CAPÍTULO 25: Feliz San Valentín, Vainilla

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Lorraine

Dato curioso del mes: amanecer en la cama de Garret con él abrazándome por detrás se ha convertido en uno de los grandes placeres de mi vida.

No sé en qué momento exacto ocurrió, pero de un momento a otro me convertí en una turista en mi propia habitación. Garret se las ha ingeniado de todas las formas posibles para arrastrarme a dormir con él, incluso tengo un cepillo de dientes en su baño y ropa en su clóset.

Y estoy comenzando a acostumbrarme.

Desperté hace un par de minutos y, por la luz solar que se filtraba por la ventana ubicada a mi costado, deduje que me perdí el amanecer; otra vez. Siempre que duermo con él caigo en un sueño tan plácido y profundo que mi reloj biológico se toma unas vacaciones. Extrañamente no he experimentado más pesadillas, y espero que siga siendo así, no me gustaría ahuyentarlo con mis gritos desesperados en plena madrugada.

De pronto sentí que sus brazos me rodearon con un poco más de fuerza y su tibio aliento fue a parar a mi nuca; estaba despertando.

—Feliz San Valentín, Vainilla —susurró en mi oído con voz ronca y adormilada.

Un momento. ¿Dijo San Valentín? ¿¡Hoy es 14 de febrero!?

Me giré tan rápido para mirarlo que ni siquiera se deshizo el abrazo. Me encontré frente a frente con su rostro de recién levantado: su cabello raro despeinado, sus ojos entrecerrados y una media sonrisa que dejaba dudas acerca de si estaba dormido o despierto. Sí, mi novio es una obra de arte.

—¿Emocionada por la festividad? —sonrió mientras llevaba un mechón del nido de pájaros que era mi cabello hacia atrás de mi oreja.

Para qué mentir, ¡amo la fecha! Desde pequeña ha sido un día para hornear galletas, degustar bombones, recibir rosas y disfrutar al máximo la compañía de las personas que amo.

—La verdad sí —sonreí—. Además, este es mi primer San Valentín en tres años en el que podré...

Me interrumpí al recordar porqué llevo tres años sin disfrutar del día del amor: era uno de los días en los que más golpes recibía en todo el año.

—¿Te gustaría hablar de ello? —preguntó él, con expresión preocupada.

A decir verdad he aprendido a dejar de lado mi miedo a hablar del tema con él. Cada vez que le cuento alguna de esas horrendas anécdotas me hace sentir igual a como lo hacen en la fundación: que no fue mi culpa, que no merecía ese trato y que ahora estoy a salvo, junto a él.

—Amo hornear galletas para Mat por esta festividad, es una tradición familiar, así que sin importar las consecuencias las hacía para él; eso a Roy no le parecía bien. De hecho él se tomaba mal todo lo que tuviese que ver con Mat y yo felices, quizás eso le causaba temor de que quisiéramos escapar, no lo sé, nunca entenderé su mente retorcida.

—Imbécil —gruñó por lo bajo.

—El punto es que hace como dos años...estaba embarazada de él, por segunda vez. Yo...no estaba pasando por mi mejor etapa en aquel entonces, incluso me atrevería a decir que estaba en depresión, y...ese bebé me trajo alegría y esperanza. Sé que suena mal que estuviese feliz por estar embarazada bajo esas circunstancias pero...

—Es entendible, cualquier mujer estaría feliz por ser mamá. En especial tú que eres tan buena madre —cerró los ojos y dejó escapar un suspiro lastimero—. Me da miedo saber cómo sigue la historia.

—Roy llegó ese día en la tarde. Estaba emocionada y le di la noticia con la esperanza de que las cosas mejoraran, pero... —presioné mis labios para no dejar escapar un sollozo, no era un lindo recuerdo.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora