CAPÍTULO 38: Academia Vanilla

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Garret

Día tranquilo, poco trabajo que hacer, mayoría de pendientes concluidos...

Arg, ¿a quién engaño? Ha sido un día super agitado, estoy de trabajo hasta el tope y los pendientes que tengo son tantos que si los imprimiese e hiciese un libro con ellos, le haría competencia a la Biblia. Encima en lugar de enfocarme en todo eso, me he pasado media mañana distraído, admirando con fascinación la estatuilla con forma de delfín que mi sobrina hizo para mí y las tres fotos familiares que nos tomamos el día de mi cumpleaños mientras me bebía todo un termo de expreso con vainilla que mi novia dejó preparado para mí antes de irse a buscar trabajo.

Eres un holgazán de lo peor, Garret.

Pero no pueden juzgarme. Desde que Lori renunció a ese maldito trabajo me he encargado de recuperar todos los días perdidos, por lo tanto le dedico todo mi tiempo libre. También he estado muy centrado en Mat, desde que comenzó la mini liga todos los domingos hay partidos y por supuesto que lo he ayudado a entrenar todo lo que él quiera.

Y una cosa es cierta, si todo este trabajo acumulado es el precio que tengo que pagar por pasar tiempo de calidad con mi familia, entonces vale toda la maldita pena estar hasta el cuello pendientes.

Pero ya era hora de que dejara de evadir mis responsabilidades.

Iba a dejar de holgazanear para comenzar a revisar unos documentos que requerían que les diera el visto bueno o malo, cuando de la nada Lorraine irrumpió en el estudio.

Genial, una más en la lista de personas que entran a mis despachos como si fueran de ellos.

—Mi amor. Mi amor. ¡Mi amor! —chilló mientras corría hacia mí.

Apenas iba a responderle cuando se abalanzó sobre mí, tomó si rostro entre sus manos y me dio un cariñoso beso en los labios.

Oficialmente puede entrar aquí siempre que le dé la gana si me va a saludar así.

Al separarnos noté que estaba contenta, inquieta e incluso algo ansiosa, todo lo contrario a como normalmente suele regresar.

—¿Todo bien, Vainilla? ¿Encontraste trabajo?

—Algo así —sonrió y se sentó sobre mi escritorio.

—Define ''algo así'' —giré sobre mi silla en su dirección.

—Expreso...necesito pedirte algo y... —se mordió el labio inferior— no sé si te lo tomarás bien.

—Ok, ahora me estás asustando. ¿Qué ocurre?

—Sé que esto es algo...atípico, pero...¿puedes adelantarme el dinero del contrato por los meses que he trabajado?

—¿Qué? —reí, ni siquiera recordaba ese tema.

—Verás, hallé una academia que me enamoró. Los propietarios son un matrimonio de señores de mediana edad que por problemas económicos y falta de clientela, tendrán que venderla a un precio que para nada le hace justicia a todos los años de esfuerzo que a simple vista se ve que le pusieron.

—¿Y quieres donarles tu dinero para ayudarlos?

—Más bien será un dando y dando —formó una mueca con sus labios—. He recorrido toda la ciudad en busca de una academia en la que me sienta a gusto y eres testigo de lo mal que me ha ido. Quizás los espíritus emprendedores de Heaven Gold City me están queriendo decir algo... —dejó la frase a medias y me miró con complicidad.

—Quieres comprar la academia —sonreí, recargándome en mi asiento—. Tiene lógica, en ningún lugar te sentirás más cómoda que en uno que sea tuyo.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora