CAPÍTULO 4: Recomenzar

7.6K 421 170
                                    

Lorraine

Heaven Gold City, la ciudad de las cimas.

Siempre la he recordado como una ciudad maravillosa y perfecta para residir en ella. No es menos cierto que las personas de recursos más bajos aquí vivirían casi cómodamente en mi antigua ciudad, no es un lugar barato, pero el precio lo vale. Grandes rascacielos cuyas luces en la noche conforman todo un espectáculo de colores, parques por doquier, calles tan limpias como el oxígeno que se respira a pesar de tratarse de una concurrida metrópoli; en fin, un sitio estupendo para quedarse el resto de tus días.

Nací aquí, en uno de los barrios menos acomodados en donde la renta equivale al precio de una casa en donde solía residir, es por ello que cuando Pablo murió y tuve que valerme por mí misma, decidí mudarme a un lugar más económico en vista de que se me dificultaría sustentar a mi hijo.

Ahora que he vuelto no puedo evitar sentir que regresé a casa, a mi hermosa Heaven Gold City. Otro punto que me alegra y a la vez intimida es que no viviré en mi antiguo barrio ni mucho menos, sino que me alojaré en la zona más acomodada, lo que se conoce como ''la cima''. No tengo idea de cómo los amigos de mi tía se vayan a tomar que dos inquilinos nuevos aparezcan de la nada ya que, una cosa es la que ya consideran su madrina y otra muy diferente somos Mat y yo.

Por otro lado estaba tranquila al ver la enorme sonrisa en el rostro de mi niño. Para nadie es un secreto que ama la ciudad en la que nació. Recuerdo que siempre que veníamos a visitar a la tía, nos pedía que nos quedásemos más tiempo. Ahora vamos a vivir aquí por tiempo indefinido para su alegría y, por consiguiente, la mía también. No podía evitar sentirme emocionada al verlo obervando todo el exterior con su carita pegada a la ventanilla del auto en el que nos transportamos, le fascina la vista.

Decidimos viajar en auto en vista de que irnos en avión sería riesgoso, Roy tendría más oportunidades de encontrarnos ya que conocería nuestro destino, aún así no hay que poseer un coeficiente intelectual alto para deducir a dónde escapamos. El tiempo de viaje en éste vehículo es mucho mayor, por lo que hemos tardado casi dos días en llegar.

Cerca de las 3:00 p.m. aparcamos frente a una enorme mansión pintada de un pulcro color blanco. Constaba de dos pisos aunque por la infraestructura se podría decir que eran más. Contaba con una carretera personal no muy extensa pero...¡joder, es una carretera personal!

Cuando nuestra tía nos avisó que ya habíamos llegado y que por consiguiente era hora de descender del auto, Mateo y yo apenas la escuchamos ya que aún no nos creíamos lo que estábamos viendo. Al reaccionar, bajamos del coche y casi al instante vino corriendo hacia nosotros un chico alto, de tez morena y vestido con una especie de traje negro. Como acto inconsciente, Mat se abrazó a mí y yo a él, resguardando su seguridad.

—Sra. Margarita, ¿qué hace aquí antes de tiempo? ¿Y por qué no me avisó para que fuera a buscarla al aeropuerto? —preguntó el chico.

—Primero, deja de llamarme señora. Sé que soy mayor es demasiado formalismo para mi gusto —le sonrió mi tía a lo que él asintió sonriendo de igual forma, esos gestos de confianza me hicieron bajar un poco la guardia, era obvio que ese hombre no presentaba una amenaza y me sentí tonta por creer que sí—. Por cierto, te presento a mis sobrinos Lorraine y Mateo.

Los amigables ojos oscuros del chico se posaron sobre nosotros demostrándome una vez más que no era nadie de quien tuviese que protegerme.

No todos los hombres son como Roy y no todo el que venga corriendo hacia ti lo hace con la intención de lastimarte, cambiaste de ambiente, Lorraine.

—Un gusto —extendió una mano hacia mí—. Soy Fred, el chofer de la mansión —estreché su mano con timidez, aún así le sonreí por cortesía.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora