CAPÍTULO 29: Demasiado amor

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Lorraine

No sé cómo nos las arreglamos para caminar besándonos desde la entrada hasta nuestra habitación, pero lo hicimos.

La cita concluyó de maravilla y me aguanté todo el viaje en auto de regreso las ganas de besarlo, por eso tan pronto pusimos un pie dentro de la casa, me lancé a sus brazos y lo besé como nunca. Ahora no podíamos parar, hoy no.

Sentí cómo mis piernas hicieron contacto con el borde de la cama y al instante una chispa se prendió en mí. Lo necesitaba. Necesitaba estar con él. Llevé mis manos a la solapa de su saco, tiré de él hacia abajo y Garret entendió muy bien la indirecta, sonrió entre beso y beso mientras se deshacía de la prenda. Me encargué de despojarlo de la pajarita y luego desabotoné con desespero su camisa.

Sí, estaba ansiosa.

Él, por su parte, se lo estaba tomando con mucha calma. Dibujó círculos con sus dedos en mi espalda descubierta y finalmente llegó a la cremallera del vestido, la bajó con tanta lentitud que fue tortuoso. Al terminar, deslizó los tirantes por mis hombros hasta que cayó al suelo dejándome únicamente vestida con mis bragas negras de encaje. Abandonó mi boca para poder admirarme y no pude evitar sonreír al ver que ladeó la cabeza e hizo esa mueca característica.

—Eres bellísima —susurró a la vez que movía mi cabello hacia atrás.

Iba a responderle, pero cuando sus labios hicieron contacto con mi cuello, todos mis sentidos se nublaron, hubiese caído al suelo de no ser porque me sostuve de su nuca. Sus besos fueron descendiendo hasta llegar al nacimiento de mis senos, alzó la vista para mirarme, casi parecía que estaba pidiendo permiso para proceder y asentí dándoselo. Solté un jadeo de satisfacción cuando su boca succionó mi seno derecho mientras amasaba el otro. Amé la atención, tanto que cerré los ojos dejándome llevar por completo mientras cambiaba de seno.

Abrí los ojos tan pronto dejó de atenderlos. Los besos siguieron su camino por todo mi abdomen y murieron justo al llegar al borde de mi ropa interior, se me escapó un gemido cuando sus ojazos avellana me miraron deseosos y con detenimiento.

—Creo que llevas mucha ropa aún —murmuré, llena de deseo pero a la vez muerta de vergüenza.

—No sé cómo te las arreglas para ser sexy y tierna a la vez —terminó de quitarse la camisa y luego, desde su posición arrodillada, también se despojó de sus pantalones junto a sus bóxers—, pero me encanta —se levantó y terminó de quitarse las prendas—. ¿Satisfecha?

Quedé con la boca seca al ver su cuerpo desnudo en todo su esplendor con una tremenda erección como bono extra. Me mordí el labio inferior y asentí con efusividad sin despegar la mirada de su...

—Ahora eres tú la que lleva mucha ropa —me sonrió socarronamente antes de besarme, esta vez con más ansias que hace rato.

Me sostuve de su cuello para no caerme ya que la intensidad con la que sus labios se movían sobre los míos era de otro mundo. De la nada me tomó de la cintura, me hizo girar y se lanzó sobre la cama haciéndome caer sobre él. Aproveché la postura para despojarme de las bragas y sentarme sobre sus piernas, el jadeo que emitió al sentir mi humedad sobre su piel no pasó desapercibido.

Él se sentó, dejándome sentada a horcajadas sobre su regazo. Sus manos viajaron a mis piernas y comenzó a acariciarlas con delicadeza.

—Mi amor, ¿estás...?

—Sí, estoy segura —asentí, intentando quitarle ese peso de encima—. Solo...hazme el amor.

—Hoy quiero darte las riendas —una media sonrisa se dibujó en sus labios.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora