CAPÍTULO 10: Ser fuerte

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Lorraine

El miedo se había apoderado por completo de mí.

Roy mantenía su agarre firme en mi cabello tirando de él sin compasión alguna. Lágrimas de pavor, impotencia y rabia conmigo misma por no ser capaz de defenderme, se desplazaban por mis mejillas. Sentí que los últimos dos meses en los que había logrado tantas cosas se habían borrado, que mis sacrificios no sirvieron de nada y que sin importar cuánto huya la sombra de ese monstruo siempre me perseguirá.

—¡Suéltame! —demandé en un tono firme, recordé que en mis terapias me enseñaron a no dejarme intimidar, que el miedo sólo le daba más poder al agresor.

—¡Quédate quieta, perra! —gruñó sujetándome con más fuerza y, por ende, lastimándome—. Sabía que esa vieja traería problemas, pero no que serías tan estúpida como para escapar —siseó cerca de mi oído, el olor a tabaco proveniente de su boca me provocó náuseas—. Llevo dos meses buscándote por toda la ciudad, pero nunca imaginé que vivieras en la zona de los ricos —los dedos de su mano libre se hundieron en mi rostro a ambos lados de mi mandíbula, dolía, pero me avergonzaba admitir que estaba acostumbrada a ello—. Dime, ¿a qué ricachón te tiraste para acabar viviendo en un lugar así?

Tenía miedo, pánico de que ese animal tomara represalias contra Mateo y ciertamente no me creía suficientemente fuerte como para enfrentarme a él, dadas las circunstancias. Pero recordé todo la ayuda que recibí, lo mucho que avancé y la buena vida que tenía ahora. Quizás él era más fuerte pero ésta vez no me sometería a su voluntad con tanta facilidad, tal vez yo era débil pero no regresaría a ese infierno jamás.

Le propiné un pisotón con toda la fuerza que pude lo cual me liberó de su agarre. Aproveché para correr en dirección a la entrada de la mansión y, a sabiendas de que me alcanzaría sin problemas, opté por buscar una segunda vía.

Gritar.

—¡Ayuda! ¡AYUDA, POR FAVOR! —grité como si mi vida dependiera de ello, o no, mi vida sí dependía de ello.

Una mano gruesa y fuerte me tomó del brazo haciéndome retroceder y caer sobre su pecho. Continué gritando mientras que en un movimiento rápido hizo que me girara y sus fuertes manos agarraron mi cuello.

—¿Crees que alguien te puede ayudar, estúpida? —dijo entre dientes con una macabra sonrisa en sus labios, es un jodido psicópata—. Tú eres mía. ¿¡Me oíste!? —su agarre se intensificó, me estaba costando respirar con normalidad—. ¡Eres mía!

El oxígeno que llegaba a mis pulmones cada vez era menos, una terrible sensación de ahogo me consumió y eso sumado a lo terrorífico de la situación, sólo lo empeoraba. Comencé a sentir que mis fuerzas disminuían, mi vista se tornó borrosa y sentía que en cualquier momento desfallecería; me estaba asfixiando.

—¡Suéltala! —escuché a alguien gritar, pero debido a mi casi estado de inconsciencia no fui capaz de identificar de dónde provenía o a quién le pertenecía dicha voz.

Todo ocurrió en cámara rápida.

Roy apretó mi cuello con más fuerza mientras me sarandeaba y me gritaba algo que no lograba comprender. Después vislumbré dos figuras altas que lo alejaron de mí y, apenas consciente de lo que ocurría a mi alrededor, caí hacia atrás y unos delicados brazos me agarraron.

Al volver a la realidad, comencé a toser sin control y una gran sensación de alivio me invadió al sentir el oxígeno llenando mis pulmones otra vez.

—Respira, Lori —quien decía esas palabras era la persona que me sostenía, Lily—. Respira.

Tragué saliva y llevé mi mano a mi adolorido —y seguramente amoratado— cuello. Mis sentidos despertaron y fui capaz de enterarme de lo que ocurría a mi alrededor, Lily me abrazaba, protegiéndome, mientras que Evan y Fred se enfrentaban a Roy, el primero sujetaba con furia el cuello de la camisa de mi agresor.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora