CAPÍTULO 34: Muestras de empatía

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Lorraine

Jueves. Día de niños en el trabajo.

Amo impartirle clases a esos pequeños. Al principio me costó un poco encontrar el estilo danzario ideal para ellos, en especial porque son tan intranquilos que no sabía por dónde iniciar; así que finalmente opté por una dinámica de juego y danza contemporánea.

Pero antes de ir al trabajo a darles clases a los pequeñines, debía ocuparme de mi propio pequeñín.

Mateo se encontraba hiper nervioso, estaba a punto de llegar tarde, pero se negaba a ingresar a la escuela. Hoy le aplicarían ese examen que tanto lo asusta y por lo mismo quería dilatar lo más posible ir a enfrentarse a ello. Pobrecito mi bebé, estaba temblando. Garret y yo nos agachamos frente a él e hicimos nuestro mejor intento por hacerlo sentir mejor.

—Campeón, tú puedes —repitió Garret por décima vez, pero el niño no tenía pensado ceder.

—¿Cómo lo sabes? —cuestionó, jugando con sus manitas.

—Porque te he ayudado a estudiar todos estos días y sé que estás más que listo. Te irá bien.

—No lo sé —agachó la cabecita.

Ok, es hora de que super mamá entre en acción.

—Mat, ¿crees que soy buena bailarina?

—Claro, eres la mejor bailarina del mundo.

—¿Y por qué lo crees?

—Porque te he visto bailar y eres muy, muy buena haciéndolo. Nadie baila como tú.

—¿Sabes qué más me convierte en buena bailarina? Que me esfuerzo muchísimo para serlo, así como tú te esforzaste estudiando para este examen. Por eso sé que te irá bien, mi niño.

—¿De verdad lo crees?

—Claro que sí —respondió mi novio por mí—. Ahora ve por ese examen y haz lo mejor que puedas. Igual estaremos orgullosos de ti.

—Eso haré —asintió y procedió a envolvernos a ambos en un abrazo—. Gracias por animarme.

—Siempre, cariño —le sonreí al separarnos—. Ahora ve y dalo todo. Te amamos.

—Yo también los amo —nos sonrió—. Adiós.

Y dicho esto se adentró con rapidez en el edificio de la institución. A Garret y a mí nos tomó un segundo darnos cuenta de que seguíamos agachados como un par de tontos frente a la entrada del lugar a pesar de que ya habíamos perdido de vista a nuestro pequeño. Nos levantamos y tomé de la mano a mi novio, lista para dirigirnos hacia su auto, pero me percaté de que no tenía intención alguna de moverse; su vista seguía fija en el mismo sitio.

—¿Pasa algo? —cuestioné.

—No...es que... —dejó escapar una sonrisa para luego mirarme—. Mat dijo ''los amo'', en plural, o sea a ti y a mí.

—Sí, ¿y qué hay con eso?

—Nada, es solo que...ahora que pasas menos tiempo en casa, hemos pasado más tiempo juntos y nuestro vínculo se ha fortalecido. Pero, aun así, me cuesta no emocionarme cuando dice cosas como esa y me hace saber que significo para él más que el novio de su mamá.

—Te agrada la idea de que te vea como su figura paterna —le di un ligero apretón a la mano que había tomado.

—Mucho —asintió.

—¿Sabes qué? A mí también.

Di un paso más cerca de él y llevé mi mano libre a su mejilla, raspándome un poco por el vello de su barba. Me incliné un tanto y terminé uniendo nuestros labios en un tierno beso, momentos como estos lo ameritan.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora