CAPÍTULO 40: Fuera de peligro

5K 356 130
                                    

Lorraine

Estaba teniendo un espantoso deja vú, justo esto pasó la última vez que me agredió y, por desgracia, esta vez no estaban Evan y Fred para acudir en mi rescate.

Los ojos verdes de Roy destilaban pura furia contra mí y temía profundamente por el daño que pudiera llegar a hacerme, en especial porque me tendió una emboscada y por el momento él tenía el poder. Llevé mis manos al brazo de la mano con la que me estaba sosteniendo e intenté zafarme de su agarre enterrando mis uñas en él.

—Suéltame —exigí casi en un gruñido con una seguridad que por un instante lo hizo titubear.

—¿Te vas a hacer la valiente ahora? —rió con una perturbadora jococidad—. Estúpida —gruñó, afianzando su agarre en mi cabello.

—No te lo voy a repetir una segunda vez. ¡Te dije que me soltaras!

—Pues no me da la gana —tiró con fuerza, acercándome a él y haciéndome soltar un gemido de dolor—. Escúchame bien, perra, ¡por tu culpa lo perdí todo! El estúpido juez que falló a tu favor envió una denuncia oficial a mi departamento de policía y fui destituido. ¡Ni siquiera abrieron una investigación! ¡Le creyeron por ser un juez de prestigio y encima tu estúpida tía lo remató enviando unas fotos tuyas golpeada! De no ser por mi tío, estaría preso.

—No te pasó nada que no te merecieras —forcejeé para soltarme, pero era en vano, era mucho más fuerte que yo.

—¿Ah sí? —espetó, muy cerca de mi rostro—. Si yo me merecía eso, ¿qué te mereces tú por ser una puta desleal? ¿Crees que no te he seguido? ¿Crees que no sé que eres el juguetito sexual del hermano del que te estabas tirando antes de él? ¿Crees que no sé que tu mocoso va a una escuela de ricos? ¿Acaso piensas que por vestir con ropa cara has dejado de ser la misma inútil, estúpida y puta que solo sirve para dar una mínima dosis de placer?

Sus palabras provocaron que mis ojos se inundaran en lágrimas, pero, a diferencia de los años en lo que estuve sometida por él, no fueron de autodesprecio por creerme lo que me decía. Al contrario, fueron de rabia porque ahora sé muy bien lo que valgo y por nada del mundo pensaba permitir que una escoria como él osara insultarme.

Apreté los dientes y, con toda mi furia y valiéndome de la cercanía que compartían nuestros rostros, le propiné un cabezaso que no solo lo tomó desprevenido, sino que provocó que me soltara y perdiera el equilibrio, casi cayéndose. En un arranque de ira y aprovechando el factor sorpresa, le pateé con rudeza en su entrepierna, logrando que se doblegara del dolor.

Estaba dispuesta a hacer mucho más, mi furia y mi deseo irrefrenable de devolverle cada maldita paliza que me dio estuvieron a punto de apoderarse de mí, pero no soy tonta y sabía que tenía todas las de perder ya que él es superior a mí en tamaño y fuerza, además, no me encontraba en una posición muy favorable, de noche y en un lugar donde, a pesar de ser céntrico, de nada me serviría gritar. Además, si hay algo que odio en esta vida es la violencia, por mucho que ese poco hombre se la merezca.

—¡Perra! —me gritó, mientras intentaba levantarse, pero no desaproveché la oportunidad y le di un fuerte codazo en el puente de su nariz, luego junté mis manos formando un solo puño con ambas y le golpeé una mejilla, tirándolo al suelo.

—¡Esta perra ahora sabe defensa personal! —le grité y seguidamente le escupí justo antes de recoger mi bolso del suelo y correr despavorida hacia el lado contrario de mi auto.

Abrí la puerta, me senté en el asiento en tiempo récord y me aseguré de que todas la ventanillas estuviesen cerradas, afortunadamente lo estaban. Con mis temblorosas manos abrí el bolso en busca de las llaves del auto. Mientras lo hacía, Roy apareció como todo un asesino de película de terror, golpeando violentamente la ventanilla. Traté eliminar la tensión que me provocaba estar en esta situación y me centré en encontrar las jodidas llaves antes de que él encontrase algo con lo que pudiese quebrar el vidrio que me protegía.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora