CAPÍTULO 21: Jessie in the house

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Garret

Mi cabeza está a nada de explotar, ha sido demasiada información que procesar en poco más de veinticuatro horas.

La imagen que teníamos de Lils cambió por completo en cuestión de minutos. Creíamos que sus orígenes eran humildes, que su ciudad de origen era esta, que su apellido de soltera era Fay; pero nunca fue así.

Los Allen, conocía un poco acerca de esa familia. Manejan la red de restaurantes más importante del país y fueron socios de mi padre, de hecho, aún lo son de su empresa —la cual maneja mi madre desde que murió hasta la fecha— y por lo mismo son ''cercanos'' a mi patrimonio. Son ese tipo de socios que proveen, pero nunca mantuvimos una relación más estrecha con ellos como ocurre con los Ackerman o en su momento con McClain.

Evan explotó, no con gritos ni insultos, pero la decepción era notable en su rostro. Conozco a mi hermano, si hay algo en esta vida que lo golpea fuerte y le es difícil superar son las decepciones cuando provienen de las personas que ama; ese fue el motivo principal de su mala relación con papá y por lo que nunca quiso darnos una oportunidad a mamá y a mí.

Y ahora fue la razón por la que se fue, discutió con Lily y se marchó a quien sabe donde ayer en la mañana.

Y ayer en la noche mi cuñada organizó una cena con todos los presentes en la fiesta —a excepción de sus padres y de los niños— para contarnos absolutamente todo y disculparse. En resumen, sus padres me dan asco. La echaron a la calle tal cual basura cuando quedó embarazada de Jessie, sin dinero, sin ayuda y no conformes con eso la obligaron a cambiarse el nombre para que ella no ''manchara el apellido Allen con su deshonra''. Sí, nada más retrógrada y del siglo pasado.

Lo peor del caso es que todos la entendimos y apoyamos —incluso mi madre que es la más severa— menos Evan. Él se fue, sin dejarla explicar. Se cegó por completo y se sumió en la desilución. Y no tenemos ni puta idea de dónde encontrarlo.

Lily está destrozada, pero lo más delicado del asunto es Jessie. Sé que uno de los motivos por los que mi hermano decidió marcharse fue precisamente para no herirla y no dejar en evidencia que las cosas entre él y su madre no están bien. La noche en que todo ocurrió Lori y yo nos llevamos a la niña como teníamos previsto y al día siguiente, después de la cena, recogimos varias pertenencias suyas y volvimos a casa aparentando que todo estaba bien.

Y ese es el plan durante lo que resta del fin de semana, preservar la sonrisa de Jess y evitar que se entere del caos que está sacudiendo a su familia.

—¿Chocolate? ¿¡Para desayunar!? —chilló mi sobrinita, sus ojazos brillaban como estrellas.

—No te acostumbres, Jess —le advirtió Lori con su dedo acusatorio, lo mismo hizo con Mateo—. Tú tampoco.

Ambos asintieron y nos regalaron sus mejores sonrisillas angelicales antes de engullir sus panqueques con chocolate y sus malteadas del mismo sabor. Definitivamente el chocolate es el delirio de ese par de enanos ojiazules. Sabía que nutrirlos con tanta azúcar no sería del todo beneficioso para su salud a pesar de que solo sería por hoy, pero mientras más contentos tuviera a los niños, más fácil sería disimular.

El desayuno transcurrió con normalidad hasta que Jessie comenzó con su típico parloteo y una ronda de preguntas indiscretas típicas de ella dieron lugar.

—¿Y ustedes no se besan? —nos preguntó colocando sus manitas en sus mejillas, fue tan directa que Lorraine casi escupe su café.

—No, no lo hacen —respondió Mat frunciendo el ceño en mi dirección.

—¿Y por qué no? Los novios se besan.

Ayayay.

—Porque a mí no me gusta —rebatió el rubito—. Me da asquito.

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora