Contrato: "Familia en Arreglo"

CAPÍTULO 51: Asuntos pendientes

Lorraine

El horario de visitas había culminado hace ya un buen rato y, en esta ocasión, además de enfrentarme a una negativa de despedida por parte de Mat también tuve que enfrentarme al mismo problema con Jessie y con casi toda la familia. Los entendía, estuve fuera demasiado tiempo, no tenían noticias de mí y cuando me encontraron estuve a punto de morir. Era lógico que no quisieran separarse de mí y yo tampoco quería estar lejos de ellos, pero desde que el Dr. Pratts me dio indicaciones precisas de lo que debía hacer y lo que no para preservar la vida de mi bebé, decidí que debía obedecerlo al pie de la letra, aunque eso significara ver a mi familia solo dos horas en la mañana y otras dos en la tarde.

Mi bebé…

Aún me costaba creer que estaba embarazada. Por el poco tiempo de embarazo era normal que aún no se hubiesen manifestado los síntomas típicos, pero sí los experimenté, solo que achaqué la ausencia de menstruación a la desnutrición, los desbalances de apetito a la mala alimentación que estaba llevando, los vómitos a las nauseabundas atmósferas y los desmayos —porque sí, eso eran las pérdidas de conocimiento repentinas— a la falta de sueño acumulada.

Algo que me volaba la cabeza era que el bebé hubiese sobrevivido a todo ese horror. En condiciones tan deplorables pude haber sufrido un aborto involuntario como ya me había ocurrido antes, pero el Dr. Andrade, el ginecólogo a cargo de mi embarazo durante mi estadía en el hospital, nos informó que todo tenía una explicación lógica desde el punto de vista médico, pero que el precio de tanta insania era que ahora estaba enfrentando un embarazo de alto riesgo, lo cual quería decir que cualquier paso en falso podría costarle la vida a mi bebé.

Tras despedirme de la familia, Garret fue hacia la consulta del Dr. Pratts para informarse con lujo de detalles acerca de mi condición actual. Aproveché para descansar un poco y no tardé demasiado en quedarme dormida. Desperté un par de horas más tarde, después del mediodía, con un dormido Garret sentado en la silla del acompañante, con la cabeza recostada junto a mi torso y su mano posada en vientre. Me resultó tierno que, incluso dormido, estaba intentando proteger al bebé.

No quise despertarlo, ya bastante poco había descansado en los últimos días, en su lugar me dediqué a acariciar distraídamente su cabello raro mientras rezaba porque nuestro hijo lo heredara. Entre sueños de vez en cuando sonreía, aunque me gustaba pensar que mis caricias eran las causantes de su adormecido buen humor. El momento fue interrumpido un par de minutos después cuando llegó un personal del hospital con mi almuerzo. Garret despertó alerta y un tanto desorientado, haciéndome reír.

La bandeja de mi almuerzo fue colocada en su lugar correspondiente antes de que el personal se marchara. La comida no era la más condimentada ni apetitosa, pero necesitaba recuperar unas cuantas libras y mi bebé debía alimentarse, así que lo degusté como si de un festín se tratase. Garret me observaba satisfecho al ver que no tuvo que darme un sermón ni obligarme a comer. Para cuando terminé, él me sonrió.

—¿Satisfecha?

—No puedo escucharte hacer esa pregunta sin asociarlo a cuando estamos en la cama —ambos reímos ante esto—. Pero sí, estoy satisfecha.

—Me alegra, mamá pervertida —bromeó mientras apoyaba su mentón sobre el colchón de la camilla y comenzaba a acariciar cariñosamente mi vientre—. Lori… —su tono pasó de burlón a uno más serio, casi alarmado— confío cien por ciento en ti, pero no en el autocontrol de esa bestia. ¿Estás segura de que…?

—¡No! —lo interrumpí—. Me aseguré de una y mil formas de que no volviera a ponerme una mano encima en cuestiones sexuales. De hecho…ni siquiera lo intentó. El muy hijo de puta es tan sádico que de seguro le daba placer hacerlo cuando le temía, pero como ya no era así, se conformaba con intentar darme palizas de vez en cuando. Pero…si tienes dudas aún…podemos hacer una prueba de ADN y…