CAPÍTULO 43: Más papá que nunca

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Garret

Mi pie repiqueteaba insesantemente contra la losa de granito que conformaba el suelo de la extravagante habitación en la que me encontraba. En serio, no encuentro otra palabra para describir una estancia decorada al estilo de una selva y con una tigresa durmiendo plácidamente en una esquina, eso sin contar que la mesa de juntas estaba fabricada con cristal y oro.

Los tres directivos de confianza de Edmund Lancaster se encontraban parloteando y encontrándole todos los contras posibles a los planes de inversión mientras que su jefe se limitaba a girar en su silla, admirando cómo su reloj de oro macizo brillaba cuando algún rayo de sol lo golpeaba. Ciertamente sentía que estaba perdiendo mi tiempo.

—Hermano, ¿todo en orden? —me preguntó en voz baja Ev al notar la tensión que sobrecogía cada célula de mi cuerpo.

—Excepto porque siento que estamos en una junta con mujeres menopáusicas y un niño de kínder, sí, todo en orden.

—Sí, esto está siendo un verdadero asco —gruñó por lo bajo.

—¿Qué hora es?

Verificó la hora en su rolex y me dijo:

—Son las 10:05 a.m.

Santa mierda.

—¿Crees que esto se extienda mucho más?

—Yo tengo tantas ganas de huir como tú, pero debemos estar todos o de lo contrario Mr. Ostentoso se ofenderá y la negociación se irá por el caño. Y créeme, no llevo casi dos horas aquí para irme con las manos vacías.

Del lado contrario de la extensa mesa se encontraban nuestros padres, revisando documentos. Mr. Ostentoso —me gustó el apodo— seguía deslumbrado con el brillo de su reloj y parecía totalmente ajeno a los temas que se estaban tratando en la junta que él mismo solicitó un jodido domingo a las 8:30 a.m.

Pregunta seria. ¿De qué nave espacial se bajó ese tipo?

—Necesito irme, Evan.

—¿Cuál es la prisa?

—Hoy es la final del torneo de fútbol de Mat. Creo que ya me perdí el primer tiempo.

—¿¡Qué!?

El grito que pegó mi hermano no solo me exaltó a mí sino también al resto de los presentes, incluido a Lacaster.

—¿Ocurre algo? —cuestionó papá.

Ev se aclaró la garganta y pensó durante unos segundos qué respusta dar sin lucir apurado ni irritado y mucho menos molesto.

—Tranquilos, no hay problema alguno —contestó, apoyando sus codos sobre la mesa—. Pero me gustaría saber cómo marcha la junta, porque llevamos casi dos horas y no hemos llegado a un acuerdo claro.

—¿Está usted indispuesto, Sr. Evan? —preguntó, casi jocosamente, el rubio extravagante.

—Esa no es la palabra correcta, pero usted, como buen hombre de negocios, estará de acuerdo conmigo en que el tiempo es oro.

—Si tan insatisfecho se siente con la estancia que mantuvo en mi humilde despacho... —pff, humilde— ...puede retirarse junto a sus padres y hermano.

Lo dicho, un jodido niño de kínder.

Mamá y papá nos enviaron miradas de advertencia y me limité a hundirme en mi asiento para no soltar los improperios que la situación amerita.

—No, eso no será necesario —rebatió entre dientes mi hermano, disimulando lo mejor que pudo su enfado.

—Señores Harriet, yo elijo cuidadosa y meticulosamente a cada socio y ustedes no son la excepción. Estas juntas por lo general duran mínimo cuatro horas, así que...

Contrato: "Familia en Arreglo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora