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El silencio reinaba en aquel comedor.
Ambos chicos, Tanjirou y Sabito estaban sentados uno frente al otro en la mesa cuadrada, el humano sostenía un vaso medio lleno de jugo de manzana mientras pensaba como romper el hielo.

— Entonces... ¿Puedes explicarme qué está sucediendo aquí? — Se atrevió a preguntar sin ser consiente que aquello sonó un poco grosero de su parte.

El ángel asintió mirando hacia sus dos manos que se movían nerviosas bajo la mesa.

— No quiero mentiras. — Dijo serio.

Tanjirou negó.

— No me es posible mentir, de eso usted no se preocupe, pregunte todo lo que quiera, responderé a cualquier pregunta.

Sabito tomó un sorbo de jugo y golpeó la mesa con el vaso asustando levemente al ángel.

— ¿Que eres? ¿Quien eres? Y más importante... ¿Qué demonios fue eso? ¿Te drogas? ¿Eres... Una especie de alienígena? — Las preguntas salían de su boca una tras otra.

Tanjiro por su parte esperaba a que las preguntas se detuvieran para poder contestarlas con detenimiento.

— Soy un ángel, mi nombre de Ángel es Kamado Tanjirou, sobre mi edad... Realmente no lo tengo claro, lo que viste... Fue solo una muestra de lo que la desesperación le puede hacer a un ángel.

— Alto... ¿Un ángel...? ¿Como esos bebés alados en pañales que vuelan? — Frunció el seño sin comprender absolutamente nada. — ¿Que mierda es eso de la desesperación?

— No... Nosotros los angeles no somos así, es un estereotipo un tanto ofensivo. — Suspiró. — Somos humanos que murieron y cuyos pecados fueron perdonados, no recordamos absolutamente nada de nuestra vida pasada, pero cuando ascendemos, volvemos a "nacer"... Padre, nos da un propósito, nos asigna a un humano para cuidarlo del rey demonio, lo que ustedes básicamente llaman "diablo".

— Nunca me interesó la biblia, ¿Quieres decir que esas tonterías de... El diablo, angeles, demonios, dioses... Son reales?

— Así es, somos reales. — Tanjiro se quitó su gorro mostrando su aureola tan brillante como siempre lo fue. — Como puede ver, yo no soy humano.

— ¿Te drogas?

Negó de inmediato.

— No, tampoco soy un alienígena. — Tocó su aureola. — Explicando a detalle lo que es la desesperación... Es un intento del Rey demonio de llevarse un alma humana al infierno.

— ¿Te quería llevar a ti? Pero acabas de decirme que no eres humano.

— No me quiere a mi... — Suspiró. — Yo no soy su blanco, nosotros somos intermediarios, primero debe pasar por nosotros para llegar al humano.

— Espera espera... ¿Entonces me quiere a mi?

Volvió a negar con la cabeza.

— No, usualmente elige personas cercanas a la muerte, personas que han perdido la fe en si mismos o no tienen más razones para vivir, él suele susurrarles al oído que se suiciden, que se tiren del puente más cercano, que ingieran pastillas o veneno, entre muchas cosas más. Usted no posee ninguna de esas cualidades, es un humano con muchas probabilidades de seguir su vida sin desesperarse.

— ¿Iré al cielo entonces?

Nuevamente negó.

— Depende de usted, su hilo aún sigue siendo tejido y no ha llegado a su final, por lo que todo se verá en muchos años más, antes de que pregunte respecto al hilo... ¿Ha escuchado usted de las moiras?

A year with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora