Tu nombre

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Una vez más, la habitación quedó en silencio, el joven ángel aún en pánico, mirando a lo lejos su boina, sostuvo su cabeza con firmeza sintiendo como aquellas marcas le quemaban su rostro canela.

Una vez más, la habitación quedó en silencio, el joven ángel aún en pánico, mirando a lo lejos su boina, sostuvo su cabeza con firmeza sintiendo como aquellas marcas le quemaban su rostro canela

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Las lágrimas brotaban de sus ojos, estaba desesperado, no entendía porque le estaba sucediendo tal cosa, realmente era preso del pánico.

— ¡R-RENGOKU...! — Llamó en un susurro desesperado. — ¡AYUDAME! — Su voz temblaba.

Sin recibir respuesta alguna, se puso de pie y caminó por toda la habitación tratando de alejar sus pensamientos del creciente dolor, pero era en vano.

— Alguien... Por favor... Ayúdeme. — Lentamente su voz se iba apagando.

Tanjiro cayó inconsciente al suelo.

Tanjiro cayó inconsciente al suelo

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Hace muchos años atrás.

Caminó por las bulliciosas calles de aquella ciudad dirigida por el Shogun Kyojuro, los comerciantes le saludaban con una enorme sonrisa ofreciéndole sus productos a precios rebajados.
A él todos lo conocían, incluso desde antes de ser sirviente personal del gran Shogun, era una de las personas más queridas de toda la ciudad, para ellos, verlos era sinónimo de buena suerte puesto que pasó de ser un simple vendedor de carbón a ser la.mano derecha del que reinaba en lo alto.

— Tanjiro, tengo pescado fresco, ¿Te apetece?

— Gracias Hashimoto-san, en otro momento será. — Se despedía sonriente de cualquiera que le hablase.

Por el momento no estaba interesado en comprar nada, llevaba mucho alimento en la cesta de su espalda e iba directo a casa con su familia para tomar sus merecidas vacaciones, no quería nada más que ver a todos su hermanitos pequeños correr hacia él y abalanzarse uno sobre otro para poder abrazar a Tanjiro. Realmente amaba su familia más que a nada en el mundo.

Su vida había sido ajetreada desde que ha estado al lado del Shogun, su trabajo consiste en cuidar la organización interna del palacio kitsune, encargarse de la limpieza, del papeleo interno por mandatos, recibir peticiones y organizarlas desde el más importante hasta alguna que otra queja que parecía no ser relevante, hasta complacer a su amo, cosa que no pasaba muy seguido, Kyojuro Rengoku vivía aún más ocupado.

A year with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora