Azabache

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La pareja de su humano seguía perplejo por lo que tenía enfrente.

- Yo... Quise cortarlo. - Giyuu tocó su nuca ahora libre de cabello con cierto nerviosismo, tanto que su mano y voz temblaban. - Después de todo... Iba a perder...

- Giyuu. - Interrumpió el mayor a su novio.

El mencionado aún mantenía la cabeza gacha y una sonrisa triste en su rostro, como esperando algún tipo de regaño o palabra mala, parecía un cachorrito que había hecho una travesura y no quería que su dueño se diese cuenta.

- Yo... Saldré, iré a mi habitación, cualquier cosa que necesiten, por favor, háganmelo saber y vendré en seguida. - Tanjirou hizo una reverencia y antes de salir, dedicó una sonrisa a la joven pareja para luego dejarlos solos finalmente.

Era algo que en cierto aspecto, no era de su incumbencia, no debía estar ahí y lo sabía bien, retirarse había sido una buena opción, aún así, cualquier cosa que llegase a pasar, estaría ahí a la disposición del azabache.

- ¿Vas a descansar? No te has quitado los aretes en 3 días.

- No puedo, debo de estar al pendiente de Giyuu-san, él... Me necesita.

- Y tú un descanso, los aretes te debilitan, no puedes usarlos todo el tiempo.

El angel suspiró, tenía razón, después de usarlos durante 3 días seguidos, se había sentido débil hasta cierto punto.

- Recuerda que no estás acostumbrado a ser humano por tanto tiempo, dale a tu cuerpo un descanso. - Ella sonaba muy preocupada.

En especial porqué si tenía la razón, Tanjirou ha sido un ángel durante tanto tiempo que tener un cuerpo humano, no era algo de lo que estuviera acostumbrado, si no descansaba como debía, amanecía agotado, si caminaba demás, sus pies y piernas dolían, a veces hasta su cabeza llegaba a doler por el estrés y es que ser humano no era para nada fácil.

Por el momento, aclararía el consejo que su amiga le ha dado.

Por el momento, aclararía el consejo que su amiga le ha dado

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- Por favor... Di algo, si te me quedas viendo de esa forma yo...

Las palabras de aquel chico fueron calladas, su pareja sin pensar una vez más, se abalanzó sobre Giyuu para abrazarlo, más no besarlo, eso por el momento estaba prohibido, pero bastaba solo un abrazo, sentir el calor corporal de su chico.

- Giyuu... ¿Acaso pensaste que ya no te quería...? Dios, no. - Se separó un poco de él para ponerse frente con frente aún con los ojos cerrados. - Tu para mí eres lo más hermoso que tengo, mi Yiju.

Y aquellas palabras acompañado de aquel apodo le quitaron un peso de encima.

Y aquellas palabras acompañado de aquel apodo le quitaron un peso de encima

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