Animado

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Deidades encargadas de un humano, cada uno de ellos tiene como misión cuidarlos para que no caigan en la desesperación, no todos tienen la misma forma para llevarse las penas de su humano, algunos se adaptan a ellos, otros simplemente se encargan de velar en sus sueños extrayendo la semilla de la pena.

Una vez su vida llegaba al final de hilo, recogen sus almas y ellos mismos juzgan como vivieron en la tierra.

Son incapaces de mentir.

Kamado Tanjiro, en esta forma tiene 20 años, aún mantiene su forma de ser animada, cariñosa y comprensiva.

- Bueno, tengo que irme. - Dijo el hombre de cabellos duraznos quien iba vestido formalmente. - Avisaré cuando esté a punto de regresar, dejó comida en el refrigerador, si necesitas algo, envía un mensaje.

- Si, Sabito-san. - Mostró una alegre sonrisa a la vez que movía su mano para despedir a la pareja del chico que tenía que cuidar.

Ante esto, el hombre salió de casa.

El ángel caminó hacia la habitación del azabache quien ya estaba despierto y miraba el televisor pasando canales uno tras otro.

- ¿Qué haces~? - Se sentó en la silla que estaba al lado de la cama bastante feliz por todo.

- Busco algo bueno que ver, no hay nada y estoy aburrido.

- ¿Aburrido? ¿Por qué? Giyuu-san hay muchas cosas que hacer, dibujar, leer, escuchar música, cocinar~

El mencionado escuchaba y miraba con atención como el joven enfermero decía todo aquello con mucha emoción, parecía que salían estrellas alrededor de él.

- Contarnos historias~ podemos pasar el día haciendo algo juntos mientras vuelve Sabito-san.

- ¿Que puedes hacer tú? O mejor dicho... ¿Qué te gustaría hacer?

El chico negó frenéticamente sin dejar de sonreír y verse emocionado.

- Es algo que usted quiera hacer, Giyuu-san~ después de todo, yo estoy aquí para cuidar de usted. - Aquella felicidad por alguna razón le era reconfortante y le hacía olvidar por momentos que se sentía muy mal de salud.

- Dijiste... Contar historias, ¿Qué clase de historias quieres contarme? - Dejó de lado el control remoto sin apagar la tele, nada más bajó el volumen de esta.

- Bueno, de dónde vengo hay muchas historias, pero hay una que en serio me gusta mucho.

- Cuéntala, estoy para escucharte.

Al decir esto, parecía que los ojos del chico brillaron mucho más que antes, ahora estaba con más emoción.

- Es sobre un espadachín, vivió hace... Cerca mil años, él llegó a un pueblo pues quedó de camino hacia su lugar de destino, destino al cuál nunca llegó, ¿Quieres saber más sobre ella? Me la puedo de memoria.

- Espadachín... ¿Como el Kendo?

- Mejor aún, usaba una espada real y vencía a sus enemigos con la misma, era invencible, le llamaban "Pilar".

- Wow, una espada real... Hace muchos años no se ve una ser utilizada, yo suelo usar espadas de madera o bambú.

- ¡Y eso es increíble!

Giyuu no pudo evitar reír, aquel chico tenía una energía bastante grande, era como si la habitación se iluminara con cada palabra que este decía, su aura... Era tan agradable y le quitan las penas de encima, no veía una explicación para ello, pero ahí estaba, riendo junto a alguien a quien apenas acababa de conocer hacía un par de días atrás.

A year with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora