Terco

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Él estuvo presente en cada etapa de la vida de Giyuu.

¿Te molesta algo? — Le cuestionó al ver que el niño de 4 años mirada la copa de un árbol mientras iba tomado de la mano de su madre. — Ah, un pájaro. Son muy lindos. — Él sonrió y caminó a su lado. — Supongo que esperan a su madre, tú tienes a la tuya a tu lado. — Giyuu siguió caminando desviando ahora su mirada de aquel lugar para centrar en dar pasitos cortos sin alejarse de su madre. — ¿Se siente bien tener una madre? Lo más cercano... Es kamisama. Pero es hombre así que podría decir que es mi padre, Yoriichi-sama. — La mujer y el niño se detuvieron un momento pues alguien más hablaba con ellos.

Antes de seguir con lo suyo, caminó al frente de Giyuu y se arrodilló para quedar a su altura.

Eres muy afortunado, tienes una familia que te ama mucho y un ángel que te cuida, si, tienes a tu madre, tu padre, una hermana mayor ah y est...

El pequeño niño de cabellos azabaches se soltó del agarre de su madre y pasó a través del ángel de hermosa cabellera burdea como si este no existiera, simplemente siguió sus pasitos apurados.

— Ah, Giyuu, espera, no te alejes. — La madre siguió al pequeño despidiéndose rápidamente de la persona con la que se encontraba hablando.

Se levantó del suelo y miro alejarse al niño siendo regañado por su madre, luego suspiró con melancolía.

Supongo que llegó el día. — Sonrió sintiéndose triste por aquella situación. — Sabía que llegaría el día en que dejarías de verme, Giyuu~

Y comenzó a caminar, pero en esta ocasión, un poco más alejado de él.

Desde su nacimiento, pasando por su infancia, adolescencia y ahora en su adultes, siempre le ha cuidado, no dejaba que el no poder tocarlo fuera un impedimento, cuando este se enfermaba, permanecía a su lado extrayendo aquel dolor que le agobiaba,...

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Desde su nacimiento, pasando por su infancia, adolescencia y ahora en su adultes, siempre le ha cuidado, no dejaba que el no poder tocarlo fuera un impedimento, cuando este se enfermaba, permanecía a su lado extrayendo aquel dolor que le agobiaba, él era el causante también de esas "casualidades" como cuando una comida te hará daño y por obras del destino, se cae al suelo.

Estuvo presente en sus primeros pasos siendo el quien le felicitó celebrando al máximo, en su primera vez en el kinder, en básico, instituto y la graduación de este; sabía cada aspecto de su vida, sus gustos, sus disgustos, aquello que le hacía enfadar y lo que le hacía feliz... Era un ser tan transparente para él.

Ahora vivía solo y trabajaba como profesor de educación física en un instituto a sus 20 años.

¿Iras ahora con Sabito? — Le hablaba como si fuera a responderle, esa era una costumbre que aún pasados tantos años no había perdido. — Estás muy guapo, estoy seguro que la pasarán genial hoy como todos los días. — Juntó ambas manos para aplaudir.

Giyuu se miraba al espejo, arreglaba sus cabellos ahora largos y su ropa casual que constaba de unos jeans negros, una camisa blanca y sobre está un suéter verde.

Vamos ya, estás muy bien así, ve, se te ha hecho tarde. — Fué él quien de un brinco llegó hasta la puerta, animado y feliz por su chico, agitó sus alas sin darse cuenta.

Cosa que, al hacerlo, provocaba una fresca brisa que resultaba relajante, solía pasar muy seguido, agradecía que Giyuu no le tomara importancia.

El azabache lleno de confianza, sonrió al espejo y se dispuso a irse.

Bien, ya era hora, ¡Quiero ver cómo les va!

Aquella felicidad duró relativamente poco, Giyuu cerró los ojos y comenzó a tambalearse mientras sostenía su cabeza con una de sus manos, con la mano libre se sostenía de la pared para no caerse.

— Otra v-vez no. — Su voz salió temblorosa. — M-maldita sea. — Sin poderlo evitar, cayó de rodillas al suelo con la respiración agitada.

¿Te sientes mal? Giyuu, ¿Que sientes? ¿Qué te duele?

Aquello no era primera vez que pasaba, no era primera vez que sentía esa angustia invadirle, Giyuu solía estar así de vez en cuando y lo que más le molestaba, era que este mismo no se preocupaba por su propio bienestar.

¡Vamos! Te he dicho muchas veces que tienes que tratarte. Esto no es un juego. — Se arrodilló frente a él al notar que había comenzado a toser sin control. — Por favor, tienes que ir a... — Intentó tocarle más no pudo, su mano atravesó el cuerpo de este.

Y era algo que detestaba.

Eres tan terco, ¡Un terco! Vamos, ponte de pie. — Golpeaba sus propias piernas estando frustrado. — ¡Si tan solo pudieras verme! ¡Ahg! Hazme caso... Por favor, hazme caso.

El de cabellos burdeos no soportaba ver el sufrimiento del chico al que cuidaba, sabía que estaba enfermo, sabía exactamente lo que era y sabía lo que podría llegar a ocurrir si este se dejaba vencer.

Giyuu. — Se acercó un poco más al chico quien trataba de controlar su respiración. — Solo puedo ayudarte si tú cooperas conmigo, por favor. — Se inclinó para de alguna forma fingir que le tocaba la espalda y daba unas palmaditas en ella. — Si no me ayudas, no puedo hacer nada.

Extendió sus alas para de esta forma cubrirlo, era algo que hacía cada vez que se sentía triste o solo, era una forma de transmitirle paz, tranquilidad y de decirle que el jamás estaba solo, una muestra pura de cariño que desde pequeño adoraba hacer.

Era algo que resultaba reconfortante para Giyuu.

— Giyuu, ¿Estás ahí? — Tanjiro levantó la cabeza del suelo y miró hacía la puerta. — Estuve esperando mucho tiempo en la parada acordada. ¿Puedes abrir?

— S-Sabi...to... — El azabache extendió su brazo en dirección a la puerta, esa que poco a poco se hacía cada vez más borrosa. — Sabi...

Todo se tornó negro para el profesor, su cabeza daba mil y un vueltas y la voz del azabache se distorsionó por completo.

— ¡GIYUU! — El muchacho había entrado a la casa del mencionado y al verlo en el suelo, no dudó más y llamo a una ambulancia. — Resiste, ¿Sí? Por favor.

Si, Giyuu, resiste.


En aquella camilla de hospital entraba por el gran ventanal los rayos del sol ocultándose ya.

Entonces es cáncer. — Dijo el ángel que cuidaba de Sabito mientras volteaba a ver al azabache durmiendo plácidamente en cama.

Por desgracia, esto me lo dijo Kamisama antes de que sucediera... Pero Giyuu es demasiado terco. — Suspiró. — Sabes que nosotros no podemos hacer nada si ellos no cooperan, Giyuu dejó de preocuparse por el mismo desde que comenzó a vivir solo. — Rascó su cabeza con desesperación. — Makomo, no sé qué diablos hacer, no puedo tocarlo, no puedo hablarle, no puedo hacer nada. ¡Nada!

La chica asintió.

Entiendo completamente, nosotros tenemos tantas limitaciones. — Señaló a Sabito. — Él también es terco, pero he aprendido a lidiar con eso. Una vez estuve a punto de llevarlo conmigo, ¿Podrías creer tú que comió una galleta que se cayó al suelo? Por favor, nadie hace eso, fue un dolor de estómago muy fuerte y diarrea durante largo tiempo que por suerte trató e intervine.

Tanjiro soltó una carcajada.

¿La galleta que estaba caducada? Si, recuerdo que me contaste que por la casualidad hiciste que cayera al suelo. — Sonrió luego de ver al joven a su cuidado que respiraba con normalidad. — Es una lástima que con las Casualidades puedas hacer pocas cosas.

Si, lo sé.

Sabito se encontraba con la cabeza apoyada en la camilla acariciando la mano de su pareja, este le miraba con tristeza.

Él iba a terminar con Giyuu. — Dijo la chica de cabello corto. — En esa cita, Sabito iba a dar fin a la relación con Giyuu.

¿En serio?

Si, se irá a estudiar lejos y no quiere mantener distracciones. Bueno, es una excusa, se perfectamente que ya no le quiere de la misma forma.

Ya lo veo.

El azabache comenzó a abrir lentamente sus ojos encontrándose con la figura borrosa de alguien a su lado.

— ¡Despertaste! — Sabito se puso de pie y comenzó a tocar la frente del contrario. — Dios, Giyuu me preocupé tanto.

Oh... Vaya...

— ¿Qué pasa, Makomo?

— Este chico no sabe lo que quiere.

— Giyuu estaba feliz porque le vería.

— Cáncer. — Dijo Sabito con voz seria.

Aquella conversación entre los ángeles fué interrumpida por un llanto desesperado, uno que provenía del azabache.

— ¡Giyuu, cálmate! — Sabito trataba de ayudarlo más este seguía llorando con todo el dolor de su alma.


— ¡Giyuu, cálmate! — Sabito trataba de ayudarlo más este seguía llorando con todo el dolor de su alma

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I'M STILL STANDING >:v
❤️

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