¿Quieres jugar algo?

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La primera quimioterapia, había leído mucho respecto a sus consecuencias la noche anterior, él junto a Sabito, las lágrimas no hicieron falta, ambos se dijeron mutuamente lo mucho que se querían, ambos lloraron dándose ánimos, diciéndose que todo estaría bien y todo volvería a la normalidad.

Ese día, estaba él sentado en una camilla siendo acompañado por su joven enfermero personas, aquel curioso chico de melena burdea que por alguna extraña razón, siempre llevaba puesto algún tipo de gorro para cubrir su cabeza.

La aguja estaba ya directa en la vena de su brazo, el goteo ya estaba comenzando.

— Primero, un medicamento para prevenir un poco los malestares generales. — Habló con dulzura la señorita enfermera del lugar que atendía a Giyuu. — Vendré en un par de minutos para colocar lo demás, por el momento, trata de relajarte.

Ella salió y dejó a los dos chicos en esa pequeña habitación de hospital.

Tanjiro llevaba consigo todo lo necesario, bolsas por si el adulto en algún momento quería vomitar, un antifaz por si el sueño le comenzaba a ganar y necesitaba quedarse dormido, una cobija y una almohada pequeña para que descansara.

— No es necesario que estés conmigo... — Le habló el chico de cabellos azabaches mientras miraba el techo.

Se veía pensativo.
Tanjiro en sus adentros podía sentir que este estaba dudoso, temeroso y muy nervioso.

Tomó su mano libre y la apretó ligeramente tratando de mostrarle una sonrisa.

— Soy su guardian, le cuidaré todo el tiempo que sea necesario, para eso estoy.

Suspiró, aquel chico era tan extrañamente dulce con él, probablemente porque ese era su trabajo, después de todo, sus padres fueron quien contrataron a ese enfermero para cuidarle, debieron de haberse asegurado bien que el chico cumplieran sus expectativas que para ser honesto, eran demasiado altas, más si se trataba sobre su hijo y una enfermedad de tal magnitud.

A veces no entiendo a mi madre, me odia durante un par de años y ahora me ayuda.

— Levante un poco la cabeza, por favor. — Pidió Tanjiro mientras sostenía una pequeña almohada entre sus brazos. — Quiero acomodar su cabeza, Giyuu-san~

Pero supongo que no estoy en condiciones de quejarme ni nada por el estilo.

Levantó un poco su cabeza tal y como se lo pidió el amable chico, este al ver que lo había hecho, le acomodó con mucho cuidado la almohada para luego ayudarlo a acostarse nuevamente.

— He traído trozos de manzana sus cáscara por si tiene ganas de comer algo, Giyuu-san. — Se sentó nuevamente en su lugar y estiró sus piernas mientras miraba sonriente al hombre. — Debe nutrir un poco su cuerpo así como también descansarlo.

— Te lo agradezco.

— Ah, también traje un cuaderno, podemos jugar algo mientras recibe su tratamiento.

Aquello llamó un poco la atención del adulto, giró un poco su cabeza para poder mirarlo mejor.

— ¿Jugar? ¿A qué te refieres?

Y aquellas palabras bastaron para hacer que sus ojos rubíes brillaran de la emoción, si tuviera sus alitas las estaría agitando dando a demostrar su felicidad.

— Bien, joven Tomioka, le pondremos ya los medicamentos. — La enfermera del hospital interrumpió a los chicos entrando a la habitación casi sin hacer ruido alguno. — Sentirá un poco de mareos, si necesita vomitar al acabar no dude en hacerlo, durará un par de horas el goteo, siéntase en libertad de dormir durante el proceso.

Sin decir más, ella terminó de cambiar las bolsas y ajustó el goteo del líquido el cuál comenzó a drenarse entrando en el torrente sanguíneo del joven hombre.

— Cualquier cosa, puede hacérmelo saber su acompañante, a mí o a alguna compañera. — Dicho esto, ella se retiró de la habitación.

Tanjiro escuchó como su humano soltó un suspiro mientras acomodaba su cabeza y miraba hacia el techo.

Apretó ligeramente el puño del brazo en dónde estaba el catéter y volvió a suspirar.

— ¿Es doloroso?

— Mi brazo se siente un poco frío y arde, es extraño.

— Es normal, puede incluso llegar a sentir mucho sueño, que todo da vueltas y unas inmensas ganas de orinar, es cuando su cuerpo saca los medicamentos que tiene en exceso, no se preocupe por ello.

— Eso... No sé, pero no me ayuda.

— Oh, entonces, le explicaré el juego, le servirá para distraerse un poco de esto. — Sacó un lapicero y un lapiz del bolsón que había llevado consigo. — En el cuaderno, yo iré dibujando, usted trate de adivinar que es, si gana muchos puntos, le haré lo que usted pida.

— Pero tú trabajo consiste en hacer lo que yo pida. — Dijo en tono juguetón.

— Bueno, tiene razón... Entonces que le parece sí...

— No, la idea anterior me gusta más, empieza.

Tanjiro asintió siempre sonriente, tomó el lápiz y comenzó a dibujar sabiendo que estaba siendo observado por el joven profesor.

Para ser la primera vez que estaba sosteniendo un lápiz, no sentía que lo estaba haciendo mal, había visto al azabache hacer garabatos en libretas muchas veces, eran los garabatos más hermosos que jamás haya visto en su "vida", podía decir que tenía un talento nato para el dibujo, era algo que adoraba de su humano.

— Es un gato. — Dijo tratando de mostrarse serio.

Aún así, no podía, era como si una extraña sensación recorriera su cuerpo, sintió un escalofrío leve y a la vez cálido que le llenó el pecho de ternura, se sentía satisfecho por alguna razón.

— No, es un tigre, me faltan sus rayitas. — Infló un poco sus mejillas frunciendo el seño.

Siguieron con el juego durante un par de minutos más, luego cambiaron a otro y entre charlas animadas, se dejaron llevar.

Hasta hace un par de años, pensó que toda su vida estaba resuelta, sus padres adinerados le darían todo, estudios, un empleo estable en alguna oficina, una prometida que cumpliera sus normas al pie de la letra, etc.
Supo luego de atreverse a hacer algo por si mismo, que podía él solo, no necesitaba depender siempre de sus padres, podía casarse con quién él amara en serio, podía tener el trabajo que le pareciera más agradable, podía formar la familia que siempre deseo... Fué nada más que sus planes se adelantaron un poco, pero no sé arrepentía.

Tenía una pareja que le amaba y sabía que estaría con él, un nuevo amigo que al parecer no era amable con él solo por compromiso, nuevamente el apoyo de su familia y ahora solamente debía pelear para sobrevivir, no moriría, no defraudaría a nadie más una vez más.

— Me... Estoy sintiendo mareado. — Comentó Giyuu quien a penas podía mantener sus ojos abiertos. — Tengo frío.

Tanjiro sonrió con tristeza, dejó el cuaderno de lado y sacó la sábana del bolsón para extenderla y colocarla sobre su humano.

— Permítame quitarle los zapatos, le pondré unos calcetines mullidos para que guarde calor.

— G-Gracias...

— No agradezca, lo hago con todo gusto ya que se trata de usted.

— Eres un angel, Tanjiro.

Quitó uno de los zapatos y encima de los calcetines que ha llevaba puesto, colocó el mullido.

— Soy su ángel personal, le cuidaré todo lo que sea necesario.

— En serio, te lo agradezco tanto. — Cerró sus ojos y comenzó a calmar su respiración. — Duele, me duele.

Puedo... Sentir tu dolor, por favor, se fuerte, yo estoy contigo, Giyuu-san.

A year with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora