El apoyo de la familia

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Llegando a casa, se quitó su abrigo y lo dejó colgando en el perchero mientras cerraba la puerta detrás de sí.

Caminó por la sala hasta llegar a la cocina en dónde sacó un recipiente con gelatina que había preparado el día anterior. Llegó hasta su habitación en dónde se sentó en la cama para encender la tele, no es como si fuera a verla, simplemente quería que algo hiciera ruido mientras comía y pensaba.

Su voz me resultó conocida.

L

levó una cucharada del postre a su boca.

De hecho, todo él me resulta familiar, ¿Por qué?

H

ablar con aquel chico no le había resultado para nada incómodo, era como si se conocieran de toda la vida, tarareaba algo y resultaba encantador y para nada molesto aún que no lograba escuchar bien que era aquello que tarareaba tan feliz y al parecer tranquilo.

Repasó el aspecto de aquel chico del parque.

Lo que más le parecía curioso era aquella cicatriz en la frente, se asemejaban a una flama Y era roja.

¿Se habrá quemado el rostro cuando era niño?

Ahora que me doy cuenta, el chico llevaba un gorro de lana muy lindo.

Un aspecto igual de curioso que el anterior para Giyuu, eran sus aretes de carta hanafuda, esos que se mexican cada vez que su cabeza se movía felizmente al tararear.

— Sin duda era un chico extraño. — Dio el último bocado a su gelatina.

— Oh, que malo Giyuu-san~ hace unos minutos usted me llamo hermoso. — Inflaba sus mejillas haciendo un puchero mientras le miraba comer estando arrodillado frente a él. — Ahora me dice extraño.

Giyuu abrazó su almohada y se apoyó en la pared mirando la tele sin si quiera prestarle atención.

Por un momento había olvidado su enfermedad, se había centrado tanto en otra cosa que en él mismo y nuevamente volvía a sentir aquel vacío existencial.

Aquella expresión de curiosidad cambio radicalmente a una preocupada mezclada con tristeza, miraba a la nada evitando que sus lágrimas salieran, no quería llorar más, fue suficiente lo que lloró en el hospital cuando su pareja le dio la noticia de su padecimiento.

— No... No llores... — Juntó sus manos. — Por favor, resiste un poco más, ya podré apoyarte como me gustaría. ¿Quieres que te cante? Parece gustarte mi canto, en el parque te gustó, ¿Quieres?

Era obvio que no le escucharía y aun así preguntó.

— ¿Voy a morir? — Preguntó a la nada sin dejar de mirar a un punto fijo.

El ángel guardó silencio y agachó su cabeza.

— Tal vez... Voy a morir. — Suspiró.

Voy a cantar, ¿Sí? Trata de relajarte, por favor, no me gusta que llores, Giyuu. — Extendió su mano simulando que podía tocarlo.

Y ahora ya no se sentía mal por no ser capaz de tocarlo, ahora podía recordar con cariño aquel cálido tacto y sonreír para él aún que no lo viese, no por ahora.

♪Estos días parecen un milagro~♪ — Comenzó dando todo de sí. — ♪Pero algo les falta~♪ para llenar el vacío en mi interior~♪

Giyuu escondió su rostro entre la almohada y soltó un suspiro.

— ♪Eres una persona maravillosa~♪ Tu sola existencia me hace sentir~♪ fuerte y débil al mismo tiempo~♪

A year with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora