Conociendo más de ti

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Ambos chicos le miraron confundido, había contestado a una pregunta que nadie había hecho y resultaba extraño, más todavía para Giyuu.

— Estaba afirmando que ese es mi nombre. — Hizo una reverencia. — Me presento formalmente, Giyuu-san. — Llevo su mano al pecho. — Kamado Tanjiro, tengo 20 años y seré su enfermero personal, sus padres me han contratado para cuidarte durante todo su tratamiento y... — Mordió su lengua antes de continuar, no podía decir que se recuperaría, no podía mentir. — Demás cosas en casa. — Sonrió al encontrar una solución para no mentir.

— ¿En serio tienes 20 años? Cuando te ví en el parque creí que tenías 15, en serio. — Recostó su cabeza en el hombro del mayor. — Bueno, supongo que las apariencias engañan.

— ¿Ustedes ya se conocían?

— Si, ya nos conocíamos antes de hoy. — Juntó ambas manos mostrándose muy feliz por ello. — Es mi primer trabajo cuidando a alguien en toda mi vida, aun así he visto como los demás lo hacen, incluso he aprendido mucho, espero ustedes me confíen todo a mí.

Los dos hombres frente a él no lucían muy convencidos por las palabras tan animadas que este había dicho.

— Solo díganme qué hacer y yo lo haré, ¿Tienen ya las citas hechas para Giyuu-san?

— No, aún no, nos llamarán cuando los resultados estén listos así que solo debemos esperar para saber cómo proceder.

— Entiendo, por ahora Giyuu-san debe de tener reposo, lo mejor sería dejarlo descansar y tratar de darle un poco de comidas blandas como papillas y sueros orales para hidratarlo. Claro, nada más un trago cada cierto tiempo para que su cuerpo no rechace el líquido.

— ¿Que? — A ambos parecía que se les formaba un signo de interrogación por sobre sus cabezas.

— No tienen papillas y sueros he de imaginarlo. — Suspiró. — Los necesitaremos, será bueno para la salud de Giyuu-san.

— Ah, está bien, puedo ir al supermercado a comprarlos ahora mismo, ¿Es para su desayuno?

El ángel asintió con una enorme sonrisa en su rostro.

— Debe comer un poco, si no es mucha molestia, Sabito-san.

— No lo es, si es por Giyuu haría lo que fuera. — Rodeó con sus brazos el cuerpo del contrario tratando de arrullarlo.

En definitiva, Giyuu tenía miedo y eso lo podía sentir, estaban unidos después de todo, un ángel puede sentir lo mismo que su humano está sintiendo respecto a sentimientos, si este siente angustia, su guardián también.

— Yo haré compañía a Giyuu-san, no te preocupes, si quiere dormir lo dejaré dormir. — Seguía manteniendo una hermosa sonrisa que transmitía tranquilidad.

— Claro, no dejes que haga mucho esfuerzo es bastante terco.

— ¿Vas a dejarme...? — Apretó más aquel abrazo pues sentía como el mayor quería alejarse un poco.

— Vamos Giyuu, solo iré al supermercado, traeré comida y tú tienes que quedarte.

— Quiero ir contigo.

Aquella escena le daba ternura al ángel, ellos dos siempre fueron así, bastante melosos, se preocupaban el uno por el otro y trataban de dar lo mejor de sí para que aquella relación funcionara.

¿Vamos a salir, Sabito~? — Ella frotó su mejilla contra el cabello del mayor.

A pesar de no poder tocarlo, había encontrado una forma para hacer parecer que era así, simplemente mantenía un suave aleteo continuo mientras lo hacía.

A year with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora