La vida no es un juego

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Increíblemente esa noche Tanjiro desapareció.

Giyuu se despertó pasando las horas notando que fuera de su habitación no hay absolutamente nadie y a pesar de que llamó por el nombre de la persona que lo cuida este nunca contesto ni vino en su ayuda.

— Creo que salió a tomar aire fresco. — Sonrió para si mismo ignorante de la gravedad de la situación.

Por su parte, aquel Ángel se encontraba en un predio baldío no muy lejos de donde se hospedaba.

— Ven conmigo, déjate llevar.

Parecía estar en un trance.

— Estoy donde me pidió estar, mi señor. — Se arrodilló frente a unos tubos de concreto. — ¿Cual es su primer mandato para mí?

A la luz de la noche y con la luna sobre él, una figura esbelta y alta se dejó ver.
Estaba sentado en lo más alto de aquellos tubos demostrando su superioridad tal cual el rey de los demonios debe hacerlo para infundir temor a sus súbditos.

Estaba sentado en lo más alto de aquellos tubos demostrando su superioridad tal cual el rey de los demonios debe hacerlo para infundir temor a sus súbditos

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— Que estés aquí es más que perfecto, ¿No crees? Tu... El angel más puro y cercano a Dios, finalmente está bajo mi mando, ¿Que dirá tu padre al verte así? Claro... Creo que no le importas tanto como él dice.

— A Yoriichi yo...

— ¿Te di la palabra para hablar? No lo creo. — Suspiró. — Hay algo que necesito que hagas y será la gota que derrame el vaso para que ese idiota autoproclamado "Dios" baje de una vez por todas.

— Si mi señor, ¿Que desea?

El ser frente al ángel sonrió con malicia.

Los planes de Dios son perfectos, pero los planes del demonio son más macabros, bélicos y mejor desarrollados.

— Ve y asesina a tu humano.

Tanjiro levantó la mirada con sorpresa.

— ¿Que dice? — La respiración de este se aceleraba. — ¡Mi señor yo...!

— Tráeme su corazón como muestra de que lo has hecho, trae contigo el tibio corazón humano de la persona que amas y creeré que estás conmigo. — Sonrió nuevamente. — Si no lo haces yo mismo te destruiré y tu alma desaparecerá en los confines del universo. — Sacó sus afiladas garras. — Vida... O muerte. — La sonrisa sónica en su rostro es una imagen que nadie quisiera ver. — Tu eliges mi querido ángel caído.

— Si mi señor, yo cumpliré su orden.

— ¿Tanjiro? — Se escuchó una voz detrás del ángel. — Estás aquí, perdón por no haberme quedado en cama, estaba muy preocupado por ti.

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