Adiós memorias

554 80 69
                                    

Sabito estaba consternado, ¿Que hacía su compañero de trabajo en su casa? Era demasiado raro, más aún, que este estuviera llorando como si el mundo se le hubiese venido encima.

Pero Tanjiro sabía toda la verdad, aquellas memorias de todo el amor que tenían, estaban prontas a desaparecer por el bien mayor de su humano, su dulce y adorado humano que luchaba vanamente por su vida...
Su hilo estaba pronto a acabarse.

— ¡Tú! — Gritó roto en llanto. — ¡ERES UN MALDITO! — Nuevamente, su voz cortada y llena de irá hizo temblar a Sabito.

Apenas conoció a Murata y que le gritase de esa forma, era de lo más extraño del mundo.

— ¿Q-que sucede...? — Preguntó mirando por sobre el hombro del molesto y dolido chico hacia Tanjiro quien bajaba la mirada lleno de decepción.

— Tu... ¿Como pudiste? — Tomó a Sabito por el cuello de su camisa y lo empujó hacia la puerta cerrada. — Maldito mentiroso, hijo de puta, ¿Creías que no me iba a dar cuenta? ¡Claro! Tú creías que yo era un imbécil, pero... Aquí el imbécil eres tú, ¡ESTA ENFERMO MALDITA SEA! ¡PIENSA! ¡PIENSA EN ALGUIEN MAS QUE EN TI POR UN MALDITO SEGUNDO!

El plan de Tanjiro era simple.

Dejar que Murata supiera la verdad antes de proceder a extraer sus memorias y convertirlas en polvo.
Al menos merecía saberlo todo, saber que la persona que él amaba no era más que un mentiroso y manipulador de primera.

— Confíe en ti, te di todo mi... Mi corazón... Y-yo... Yo... — No pudo más, a pesar de tener mucho enojo interno, la tristeza terminó desmoronando su ser.

El pequeño ángel que flotaba y acompañaba a Murata también parecía confundido.
Podía sentir que la presencia del chico de los aretes era muy diferente a la de un ser humano, tenía cierto aire angelical... Y humano a la vez.

No era humano y ya lo había notado.

— Te pido que me disculpes. — Susurró Tanjiro hacia el ángel guardián de Murata. — Merecía saberlo. — Apartó nuevamente la mirada, pero no se veía arrepentido en lo absoluto.

— Yo no fui nada para ti, ¿Cierto?

— ¿D-de... Que hablas? — Sabito podía sentir la desesperación en Murata, pero por más que su mente trabajase en entender lo que sucedía, no podía.

¿Estaba enojado por algo del trabajo? ¿Había sucedido algo en la escuela esta mañana?
Sabía que Murata trabajaba en una empresa editorial de novelas ligeras, pero su pequeña hermana estudiaba en el instituto donde él trabajaba, lo sabía porque...

¿Por que lo sabía?

— Basta. — Dijo con voz seria aquel ángel de cabellos rojos. — Murata, hasta aquí, merecías saberlo y ahora debes marcharte.

— ¡¿De que mierda hablas?! — Se molestó aún más. — ! lárgate que esto no te incumbe!

— Claro que sí me incumbe. — Levantó su mano en dirección a ambos chicos, tenía una mirada fría, despectiva y hasta podría decirse, furiosa. — Lo que sea por el bien de Giyuu, lo protegeré.

Y así como empezó todo según su plan, así finalizaba.
Tanjiro extrajo una perla del pecho de Murata quien de inmediato se desplomó inconsciente al suelo.
Procedió a lo mismo con Sabito.

Ahora con total certeza, ambos serían desconocidos, ninguno por más cariño que alguna vez se hubieran tenido, se recordarían del otro.

Teniendo las dos perlas en su mano, las destruyó.

Ambos jóvenes estaban desmayados en la puerta de la casa, ambos despertarían sin saber lo ocurrido, incluso si llegaban a encontrarse de casualidad, no sabrían que en algún momento, ellos dos estuvieron enamorados.

A year with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora