Verte de nuevo

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Decidió que dejaría la puerta cerrada de la habitación a la cual se le había asignado, admiro cada detalle pasando sus dedos por la madera de los estantes, las suaves sábanas de la cama en la que dormiría, el cristal frío de las ventanas y la cerámica en la lámpara de noche.

Había tantas cosas tan lindas al tacto, pero para él, nada era mejor que aquel cálido roce de su mano con las del chico azabache que había cuida durante tanto tiempo.

¿Cómo es que eres humano? — Le cuestionó su amiga quien se encontraba sentada en la ventana abierta siendo de un tamaño lo suficientemente pequeño para poder hacer tal acción. — Me alegro que ahora puedas estar con tu humano.

Ella dio un par de aleteos suaves indicando que, en efecto, estaba feliz por su amigo.

— Yoriichi-sama me lo ha permitido. — Sonrió. — Me ha transmitido los conocimientos necesarios para ejercer esta profesión. — Abrió la maleta que tenía en el suelo para comenzar a desempacar. — No tienes idea lo nervioso que estoy, también emocionado, es una mezcla extraña de sentimientos, Makomo. — La sonrisa en su rostro era tan radiante que expresaba toda la felicidad que cargaba.

Me alegro mucho en serio, daría lo que fuera por hablar aún que sea una vez con Sabito. — Suspiró. — Ah, ¿Esos son los pendientes de Yoriichi-sama?

Instintivamente, Tanjiro tocó una de sus orejas récord aquellos pendientes, ya se había acostumbrado a llevarlos y por ello ahora no le molestaban, era como si hubieran sido hechos específicamente para él, pero sabía que no era así, que esas reliquias tenían siglos con el padre de todos, con aquel hombre tan amable y bondadoso.

— Si, Yoriichi-sama me los entregó para esto. — Siguió con sus trabajos ese de vaciar sus maletas y ordenar las ropas que había llevado.

En efecto, cuando bajó de regreso, todo estaba ordenado, él ya era un humano entre la sociedad, tenía una profesión, una casa y también un armario lleno de ropa.

No es que sus ropas de siempre le molestaran, las amaba, amaba vestirse de blanco, en especial porque estás prendas eran bastante suaves y se adaptaban perfectamente a su cuerpo.

— A lo que no me acostumbro es a usar las gorras.

¿Comezón?

— Un poco, siento que mi cabeza está atrapada por algo y es incómodo, pero tengo que usarlos.

Al terminar la primera maleta, la cerró y guardó debajo de su cama, no tenía muchas cosas que usar por ello se podría decir que había terminado.

Ahora solo faltaba cambiarse su uniforme de enfermero.

Sacó del cajón unos pants deportivos negros y una camisa sencilla blanca, adoraba el blanco más que a nada, le hacía sentir muy cómodo.

El gorro, ten cuidado, supongo que ha de brillar mucho.

— Si, tendré cuidado~

Tenía que esperar a que el hombre de la cicatriz llegara a avisarle del despertar del azabache, no es como que no lo conociera, suele dormir mucho y ahora la razón estaba más que clara, no había prisa para correr y despertarlo, dejaría que este durmiera todo lo que necesitaba.

Ella por su parte, sonreía, Tanjiro había deseado con tanto fervor el poder estar frente a frente con el humano que había cuidado toda su vida, con el primer humano al cual había sido asignado, habían pasado ya 300 años desde que este llegó.

— Si necesitas algo, recuerda que estoy cerca de ti ¿De acuerdo? Puedo buscar alguna forma en la cual serte de ayuda.

— Te lo agradezco, Makomo. — Se acercó a ella para acariciar su cabeza con sus dedos, ella recibió está muestrasde cariño con agrado y una sonrisa amplia en el rostro. — Pero debes de estar cuidando de tu humano, Sabito, no me gustaría que por estar conmigo Muzan...

Guardó silencio, había escuchado a cerca de aquel demonio, un ángel caído.

Su padre le había explicado lo sucedido, era una historia muy conocida por todos, se sabía que antes, estuvieron uno al lado del otro, por envidia, uno de ellos se corrompió y pudrió desde adentro.

— Tú tienes una conexión fuerte con Sabito, no dejes que la angustia lo agobie y que no te agobie a ti... Papá no soportaría perder a un ángel más.

— S-si... Recuerdo la historia de...

— No hace falta mencionarlo, no, solo hazlo sentir bien como tú sabes hacerlo.

Antes de poder seguir con la conversación, la puerta fue tocaba un par de veces.

— Tanjiro-san ¿Podrías venir un momento? Me gustaría presentarte a Giyuu.

— Si puedo ir, espérame un momento. — Avisó para luego acomodar su boina y salir corriendo...

Salir corriendo sin abrir la puerta pensando que podía atravesarla.

El golpe que se dio él mismo fue bastante sonoro y provocó que cayera sentado en el suelo con ambas manos sobre su rostro soltando algunos quejidos de dolor.

— A-ah... ¿Qué es esto...? — Miró sus dedos notando que en estos había un líquido carmín. — Ah, sangre. — La tocó con su pulgar para saber su textura. — Nunca antes había sangrado... No que yo recuerde. — Tomó de la gaveta unos trozos de algodón y los puso en su nariz a forma de tapón para frenar el sangrado. — El dolor... Es tan doloroso... — Se quejó al momento de ponerse de pie.

La risa de la chica llevaba un par de minutos escuchándose y es que aquello le había resultado gracioso.

El angel había olvidado por completo que ahora era tangible y no podía ir por ahí cruzando paredes como antes, de lo contrario si lo hacía, sufría este tipo de consecuencias.

— ¿Tanjiro-san? — Volvió a llamar el mayor desde afuera.

— ¡V-voy! — Abrió la puerta está vez y salió como debió de haberlo hecho desde un principio. — Lo siento, me golpeé con la puerta, pensé que podía... Atravesarla. — Dijo lo último susurrando.

— ¿Entonces mamá si lo hizo de verdad? ¡Todavía no tengo los resultados Sabito! ¿De qué sirve que venga ya? No hará nada. — Hablo molesto el azabache, era obvio que era él, era su voz.

— ¡Importa que te conozca desde antes! Vas a estar con él a partir de ahora, ¿Recuerdas que comenzaré a trabajar desde el miércoles? Iré el lunes a hablar con el director sobre la oferta, no puedes quedarte solo, entiende, terco.

— ¡Pero no quiero! Me está tratando como si fuera un niño.

— Entiende, es por tu bien, amor. — Miró hacia el marco de la puerta en dónde estaba parado el chico de cabellos burdeos y piel morena con una expresión confusa.

Los dos hombres dentro de la habitación guardaron silencio por unos minutos creando de esta forma un ambiente un poco incómodo, casi hasta podía escuchar los aleteos de Makomo quien se posaba sobre la cabeza del de cabellos duraznos.

— Él será tu enfermero, Kamado Tanjiro. — Se atrevió a romper el silencio. — No lo veas de esa forma, también me sorprendí, tiene 20 años.

Giyuu quedó boquiabierto, podía esperar a cualquier persona, pero no a aquel chico parado frente a él notablemente nervioso pues juguetea a con sus manos y miraba por sobre la cabeza de su pareja.

— Ah, es el chico del parque que nunca miente. — Aún seguía sorprendido y no podía dejar de verlo.

— Si, soy yo, un gusto volver a verte de nuevo, Giyuu-san~ a partir de hoy seré yo quien te cuide, espero podamos llevarnos bien. — Hizo una reverencia para mostrar su respeto hacia el azabache. — Espero también confíe en mí para cuidarlo, no quiero ser una molestia.

Así que... Te llamas Tanjiro.

— Si, me llamo Tanjiro.

Giyuu frunció el ceño ante lo que dijo el enfermero.

— ¿Que? — No estaba entendiendo porque respondió de esa forma, no lo había preguntado y le pareció extraño.

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Tenga poquitas leídas o no, seguiré hasta acabarla.

Con orgullo hasta el final.❤️

Les recomiendo leer mi otro fic "Severely [GiyuuTan]"

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