Capítulo 10

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Capítulo 10

No se podía sentir que estaban en altamar, gracias a la estructura de la embarcación que parecía no moverse.

Lo único eran los sonidos de las gaviotas...

Toda la noche, durmieron en la misma posición... Como Esteban había querido y a María le había gustado...

Ella sobre él, desnudos, con una sábana blanca que cubría poco...

Las manos de Esteban descansaban una en la espalda de su esposa y otra en su muslo... Él despertó con los primeros movimientos de María...

Era un día diferente, no tenían obligaciones ni responsabilidades, ni hijos cerca, lo que no les sucedía desde los primeros meses de matrimonio...

M: Esteban...

Y es que, al estar tan pegados, ella lo sintió que empezaba a excitarse...

E: ¿Hmmm...? (Llevando sus dos manos sobre el trasero de ella, la frotó sobre él)

Y sus labios viajaron por su rostro hasta que tomaron posesión de su boca... La degustó sin premura... El día apenas comenzaba...

Cuando mordisqueó sus labios, ella gimió... Al natural, porque nadie podría oírlos...

En los segundos próximos, sus lenguas se entrelazaban en un duelo que les resultaba de lo más placentero...

Pero oírlo decir su nombre, cuánto la deseaba, cuánto la amaba... Era mejor que cualquier otra cosa para María...

O quizás sí había algo mejor...

Esteban giró para quedar tendido sobre ella... Sin sábanas ya... Todo su cuerpo presionando el de María... Y sepultado en la cálida feminidad que lo acogía fantásticamente...

Las pequeñas manos lo tomaron de la nuca, para acercarlo y seguirlo besando...

M: te amo Esteban...

Como respuesta, él atrapó sus muslos y los envolvió en torno a su cintura...

Se retiró con lentitud, pero solo para hundirse más profundamente...

Entraba y salía a un ritmo vertiginoso... En cada embestida le mostraba todo su vigor... Además de su deseo...

La forma en que movía su pelvis contra la de ella la estaban dejando sin aliento...

María despegó sus labios de los de él y transitaron por su cuello, para pedirle al oído que fuera más rápido...

Entonces por ella, Esteban aumentó el ritmo progresivamente...

Aceleró y profundizó sus envites... Llevándola por el camino del éxtasis...

Con un último movimiento explotaron de placer... Y se dejaron ir en caída libre...

>>>

María dejó los binoculares cuando vio que se acercaban al puerto.

Fue hasta donde Esteban y lo abrazó por detrás, lo besó en la espalda y entrelazó sus dedos sobre su abdomen.

E: ¿mmm...?
M: ¿quieres más café...?
E: creí que era una taza al día...
M: el doctor te autorizó 2...
E: muy generoso de su parte...
M: sabes que es por tu salud, mi amor...
E: ven... (Colocándola delante de él)

María entre el timón y el cuerpo de su marido... Puso sus manos sobre las de Esteban.

M: ¿tenías cuántos años cuando aprendiste a navegar...? ¿La edad de Gabriel...?
E: la de Mía...
M: mentiroso...
E: sí, mi amor... Por eso ella está lista para aprender en estos días...
M: por favor Esteban...

Él parecía hablar en serio, pero aun así, ella rió...

Y ya en tierra firme, caminaron por la playa, pasearon en motos de agua y nadaron en el mar...

María seguía en la ducha, ya Esteban había salido, porque era más difícil para una mujer retirar toda la arena de su cabello que para un hombre.

E: mi amor, no encuentro mis anteojos...
M: los tengo en mi bolsa...
E: entonces lo que sí olvidé fue mi perfume...
M: no, está en la maleta roja...

Esteban soltó la risa.

E: las mujeres y sus tantas maletas...
M: deberías agradecer en lugar de reír, señor presidente...
E: podría agradecerte de una manera que me gusta mucho...
M: después, mi amor... No termino con mi cabello...
E: tenemos el resto de la noche...

En el clóset, Esteban encontró la maleta indicada, la única de ese color. La puso sobre la cama y la abrió.

Había 6 bolsas transparentes, diferenciadas con los nombres de sus 5 hijos y una para él.

Efectivamente, ahí estaba su frasco de perfume, además de otros artículos que generalmente olvidaba.

M: ¿lo encontraste...? (Apareciendo envuelta en una toalla)
E: sí... ¿Qué es todo esto...?
M: las cosas que tú y los niños siempre olvidan...
E: ¿y cómo lo recuerdas??
M: no sé... Debe ser parte del sexto sentido...
E: mi amor... Eres única...
M: vivo para ustedes, ¿cómo no estar pendiente de sus necesidades...?

Igual de cómodos con la vestimenta y descalzos, se instalaron en un gran camastro en una sala abierta con vistas a la piscina y la playa.

La idea era ver una película, pero a los 15 primeros minutos Esteban ya se había dormido... María lo entendía perfectamente, con lo poco que dormía desde que empezó a trabajar para el gobierno. Se recostó más cerca de él, jugó con su cabello y lo vio dormir hasta que ella también se rindió al sueño...

2 horas después y bajo la sombra de un parasol junto a la alberca, la pareja presidencial se enfrentaba en un juego de cartas.

E: ¿qué...? (Al oírla reír)
M: lo siento mi vida... Pero creo que esta noche la cena la preparas tú...
E: tienes frente a ti tu cena... (Alzando ambas cejas para ella)

María rió, pero acto seguido pensó bien su juego y la carta que iba lanzar... Les gustaba retarse en cualquier juego y los 2 querían siempre ganar...

Pero quizás era mejor perder esta vez... Para que él no tuviera que preparar el único platillo que sabía. Carne, pollo, pescado o lo que fuera a la parrilla...

O no, el presidente también necesitaba experimentar una derrota de vez en cuando... Pero únicamente con ella, con su mujer.

M: tendrás que cocinar... (Mostrándole sus cartas)
E: ni modo... Soy un hombre de palabra...

Ellos mismos llevaron todo al área del asador y sentada con una copa de vino, María dejó que Esteban se defendiera por sí solo y que lo hiciera todo.

M: últimamente no tengo tiempo para ver televisión, pero esta serie me llamó mucho la atención...
E: a mí también me parece interesante...
M: tratan temas bastante importantes...
E: empezaré a verla contigo...
M: ¿de verdad...?

Él estaba frente a ella, con un pedazo de carne en un tenedor.

E: sí... Prueba...
M: delicioso...
E: serviré entonces...
M: me gusta verte así, ¿sabías...?
E: ¿así...? ¿Cómo...?
M: tan desenvuelto... Y...
E: solo contigo, ya lo sabes... Afuera debo ser otro...

El hombre al que le sirven todo y que no puede levantar ni un solo dedo... Todo un presidente.

M: gracias... (Cuando tuvo un plato frente a ella)
E: ¿más vino...?
M: por favor...
E: los servicios de este mesero te van a salir muy caros, mi amor...
M: te recuerdo que estás pagando una apuesta...

Sobre las 10 de la mañana cuando empezaron a despertar...

E: buenos días... (Tocando una pierna de María)
M: buenos días... (Acurrucándose contra su pecho)
E: ¿sabes la hora que es...? (Dándole un beso en la frente)
M: no...
E: más de las 10... (Soltando la risa)
M: Esteban, no puedo creerlo...
E: ¿hace cuánto que no dormíamos tanto...?
M: no lo recuerdo... Pero hoy ya llegan los niños...
E: los niños... (Abrazándose más fuerte a ella)
M: y esta misma noche tendremos cama llena...

Desayuno en la terraza que por la hora debía llamarse almuerzo.

E: entonces mis papás no vienen...
M: no se quedan, nos traen a los niños y viajan enseguida a donde los abuelos...
E: ni modo... Solo espero que nuestros hijos no se hayan puesto triste...

M: estoy segura que ya subí varios kilos en estos días...
E: no importa... Estamos de vacaciones...

Terminaban de comer cuando escucharon la vocecita más dulce e inocente que podían conocer...

>> ¡Mami!! ¡Mami!! <<

Gabriel corrió a ponerse el traje de baño, Miguel comía, Laura también se vestía para salir a navegar, dejando a las niñas pequeñas con sus padres.

Sofy: ustedes nos dejaron abandonados.
E: eso nunca, princesa... Jamás los dejaríamos abandonados por nada del mundo...
Sofy: ¿y por qué se fueron solos??
E: tus abuelos nos pidieron que querían disfrutar unos días de ustedes...
Sofy: ¿de verdad??
E: sí...
Mi: entonces no era que mamá y tú necesitaban un rato a solas... (Alzando una ceja, idéntico a Esteban)
M: Miguel... Por favor, mi vida...
Mi: está bien... No digo más...

Gab: ¡ya estoy listo!
Sofy: pero yo no...
E: pues ve a cambiarte mi amor, tenemos que salir pronto, es mediodía...

Ya en el yate, Esteban daba turnos a los niños para que llevaran el timón. Y desde la cabina, María vio en actitud sospechosa a sus 2 hijos grandes en la proa.

Mi: tenemos que decirles...
Lau: pero hoy no...
Mi: mañana...
Lau: van a preocuparse y no disfrutarán las vacaciones, ni ellos ni nosotros, tú los conoces Miguel...
Mi: pues si nosotros no se lo decimos, alguien más lo hará...

M: ¿qué pasa, niños...?
Lau: ¿niños?? ¿De veras, mami??
M: no sé en qué momento crecieron... Bueno, Eso decimos todos los padres... ¿Algo que quieran contarme mientras no estuvimos en casa...?
Lau: no... ¿Y tú...? ¿Qué hiciste con papá estos días a solas...?
Mi: Laura... (Con tono de regaño)
M: de todo... Hablamos, vimos películas, nadamos, paseamos en el yate, hasta jugamos cartas anoche...
Lau: ¿cartas???
M: si... Poker...
Lau: Solo a ustedes se les ocurre eso...

MI DECISION IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora