CAPÍTULO:𝟑𝟐 Nos pertenece

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NOS PERTENECE

Como cuando los soldados cargan el ataúd de su compañero que cae en batalla, como cuando un rey muere y guardan luto por más de un mes. Este momento se siente así.

El ambiente es íntimo, silencioso, profundo, y algo tétrico. Es mucho peor que el hecho de que un coronel muera en batalla.

¿Cómo creer que es un Dios? ¿El creador de un mundo?

La expresión de los reyes se desfiguró a una totalmente confundida y hasta de horror, ardieron, se condenaron, se jodieron con sus propios pensamientos, con la imagen fatal que proporciona el demonio, mi corazón se acelera. Lo que fueron Leviatán y Amón cayeron al suelo lentamente, con los ojos bien abiertos, tiemblan, y colapsan.

Se torturan en la agonía de contemplar a su señor caer en el veneno de una demonia, hasta Lilith, quien le ha pedido hacer algo como eso, tiene que parpadear seguido intentando creer lo que ve, lo que escucha, el dedo de la ex incuba tiembla. Las brujas están boquiabiertas, los ángeles caídos emanan una sensación extraña, no es satisfacción, todos sienten mil emociones, pero por alguna razón ninguno de los presentes siente dicho sentimiento. Satisfacción.

Es como si ellos ahora al ver la escena, no lo pudieran creer, ni mucho menos aceptar lo que hace el Dios, es como si ellos mismos admitieran que el puesto de Diablo no es el suelo, no es alabar, es que lo alaben, no es suplicar, es que le supliquen. Hasta ellos admiten que el Diablo de rodillas no puede estar, no se merece ese lugar.

Y justo en este momento para mi sorpresa, el Diablo de rodillas no luce acabado, se ve enaltecido, porque mientras el Diablo es quien está de rodillas, son los demonios los que se están destrozando.

Son los reyes quiénes lucen destruidos, acabados, lloriquean como si les doliera a ellos en lo profundo de su alma demoniaca, el hecho de ver a su Dios rogando. Aunque, mi barbilla tiemble sin cesar, sé que Diablo es astuto, que no está arrodillado por nada, hará valer su ley, porque al final siempre es su juego, le otorgará a Lilith lo que desea, pero luego se lo arrebatará, porque para eso existe, conceder y luego arrebatar.

—Regrésame lo que me pertenece — Impuso, el ángel caído que sostiene la venenum pugione contra mí se tensa por el poder que emana — Ya estoy de rodillas, cumple tu palabra.

Lilith traga en seco e intenta recuperarse de la conmoción que siente su alma.

—Te. . .falta, una cosa por hacer — Su voz es ronca, hasta un poco decepcionante por no sentir la satisfacción que anhelaba — Alábame.

—Te alabo — Contesta — Juró que te alabare por toda la eternidad en cuanto te sientes en el trono, me arrodillare solo ante ti — Y no creí nada de lo que dijo, aunque sonó muy convincente —Te alabo solo a ti, Lilith.

—¿Me amas?. . .Quiero que digas que me amas — Silencio, silencio fue lo que ella recibió por parte de él — ¡Dilo! ¡Di que me amas! ¡Di que lo haces!

Diablo agrieto sus labios en una sonrisa de pena, lastimosa.

—Juró que puedo decir mil mentiras en el mundo, pero esta, mis labios no la pueden pronunciar, puedo alabarte, rogarte, suplicarte, pero jamás admitiré un sentimiento que no tengo hacia ti — Los ojos de Lilith se oscurecieron, su rostro contrajo un color ligeramente carmesí, apretó su mandíbula con determinación, e intento mirarlo desafiante, intento dejar fluir el poder que se siente con tener al Diablo arrodillado ante ti, pero solo una mirada de ese demonio hizo que todas sus murallas se vinieran abajo.

Ella está consciente que un gigante no cae ante una serpiente, que un Dios aun arrodillado se ve poderoso, Diablo es de esa clase que nunca se verá menos, que nunca lucirá derrotado.

Diablo: Renacer2©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora