CAPÍTULO:𝟑𝟒 Missing

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MISSING

Y A S B E T H 

El dolor me aprieta la garganta. Siento que estoy pidiendo ayuda, o simplemente es que no puedo más. No puedo desahogarme porque no sé exactamente donde duele. Sólo sé que necesito un refugio que no tengo, donde poder llorar ahora que todo se me está viniendo encima.

No sé cómo volver a recuperar aquello que perdí y que tanto necesito en mi vida, no quiero vivir así y no sé qué hacer para cambiarlo, ya no sé cómo volver a renacer. Siento que todo lo que brilló en su día está a punto de desaparecer... y me duele.

Me duele no volver a ser lo que fui, a no tener la vida que siempre he querido y necesitado. Los nudos se me atan en la garganta. Es un auténtico infierno dejar de creer en todo, pero ¿Cómo lo hago? Si solo veo que estoy rodando por el acantilado cuesta abajo y no puedo parar de caer. Es frustrante no poder hacer lo que más quieres, es frustrante ver como tu vida se está yendo a la mierda y no ves siquiera una mínima esperanza de avanzar.

La brisa mueve mis cabellos, es leve, suave, como una caricia, los rayos de la luz nublan mi vista, pero pestañeé perdiéndome en el azul del cielo, los árboles se alzan demostrando su ímpetu.

Doy un paso en medio del bosque, me siento perdida, a mi alrededor todo es verde, marrón y azul, mis piernas quieren flaquear, temblando sin cesar. Veo a las sombras, volar por encima de los árboles rodeando el bosque, envolviéndolo y consumiéndolo, ellas marcaron su objetivo, que fui yo, y a una velocidad anormal, me traspasaron el cuerpo como si fuese un fantasma, el poder que me abarcó fue vibrante, imponente, una sensación envolvente, un ronroneo macabro.

Justo en el momento que di un paso, unas manos cálidas y suaves, me obstruyeron la visión, quise girarme para contemplar al espectro que está detrás de mí, pero no logré moverme.

—¿Quién soy? — Susurra, sumergiendo el bosque en un aroma a vainilla. No podía verlo, pero si escucharlo perfectamente.

—El...— Comencé a decir — El Diablo.

—¿Y tú quién eres?

—Yasbeth — Contesté.

Hizo un sonidito con la boca, y presionó sus manos sin dejarme ver nada.

—Pregunté quién eres, no cómo te llamas.

—Soy un celestial — Algo rozó mis pies, pero no me moví.

—No, te equivocas, tú eres la Diabla, la gobernadora de naciones, la princesa del mundo, la que controla el infierno y las sombras, eres la Diosa del inframundo — Asentí con la cabeza por inercia.

—Si, eso es lo que soy. — Respondí hipnótica por la melodía de su voz.

—Entonces es hora de que asuma su papel, querida Diosa, es hora de que sigas el camino que marcaste — Indica.

—¿Sin ti?

—Sin mí — Afirma, antes de agregar — O conmigo, eso no importa, solo quiero que asumas lo que eres — Murmura en mi oído haciéndome hiperventilar por la magnífica sensaciónAsúmelo Yasbeth, deja que la oscuridad esa que tanto quieres aborrecer se una a ti, y te haga invencible, deja que el fuego del infierno te obedezca, permítete tomar el control del universo.

Con lentitud me destapa los ojos, quise girarme a verlo, y lo hice, pero justo en ese momento su imagen se desvaneció con el viento, alcé mi mano alcanzándolo, lo cual no pude, porque se marchó.

Diablo: Renacer2©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora