50. | 7 semanas

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Capítulo 50.

Niall

Los socios se levantan de sus respectivos asientos sonrientes y dispuestos estrechando mi mano y la de Andrew.

Suspiro agotado. Hemos estado en reuniones y conferencias todo estos días de siete de la mañana a ocho o nueve de la noche.

Tengo un maldito dolor de cabeza que no cesa, una migraña que me taladra las sienes y me hace doler los ojos y el puente de la nariz.

No tengo hambre y sueño demasiado, lo cual me pone de mal humor. Jen entra con bolsas de comida para nosotros mismas que Andrew no duda en abrir.

Me tallo los ojos evitando el bostezo que quiere salir pero cuando el olor a pollo frito impregna la sala de juntas, las náuseas de siempre me obligan a levantar e ir directamente al baño soltando lo poco que ingerí durante el día. Las arcadas son espantosas y estoy comenzando a replantearme realmente el tener que visitar un médico.

Siento la palma de Jen acariciar mi espalda pero el asco es tanto que les pido que cierren un momento las bolsas con comida.

—¿Estás bien? —me cuestiona la rubia cuando tomo un trozo de papel higiénico. Asiento incorporándome en el lavamanos. Me enjuago un momento la boca con abundante agua y aunque me siento un poco mejor, las náuseas no se van si no es hasta minutos más tarde.

—¿Seguro estás bien? —continúa Andrew atiborrandose una alita de pollo— No quiero tener que arrastrarte al medico, Niall, irás porque irás.

—Lo haré cuando regrese a Londres, ahora no hay tiempo. —me tomo el puente de la nariz.

—Al menos come algo Niall... —insiste Jen pero niego. No me pasa, el nudo en el estómago aprieta y acaba con mi apetito.

—Estoy cansado y lo único que deseo ahora es tocar la almohada y morir en ella. Quizás pida algo en el hotel, gracias por eso Jen —miento, tengo de todo menos hambre. Me pongo de pié tomando mi móvil y mi chaqueta. No hablo con nadie más durante el regreso al hotel en el que me hospedo. Subo directamente a mi habitación pidiendo una ensalada ligera y tres botellas de suero para no terminar de morir aquí dentro.

"Ceno" mirando alguna película en más plataformas premium del servicio televisivo del lugar. Me ducho y cuando acabo, un empleado sube por el carrito y se lleva todo lo que ensucié y que nisiquiera terminé la dichosa ensalada.

Tomo el móvil buscando el numero de mi chica entre mis contactos y me dispongo a mensajearle como cada día.

Su voz sería lo único que me podría tranquilizar ahora que siento que estoy por vomitar las entrañas.

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Meredith

—Bien, está un poco frío. —avisa virtiendo el colérico gel de color azul sobre mi vientre descubierto— Comencemos. —aprieto la mano de Firial con los nervios a flote cuando toma el pequeño aparato y comienza a pasearlo sobre el gel y presionar en mi abdomen.

Accedí.

Accedí a pagar un ultrasonido aquí y ahora solo porque quiero estar tan segura de esto como que Osama Bin Laden está muerto.

Eva ladra una media sonrisa concentrada en el monitor que tiene enfrente—, aquí estás. —murmura muy bajito.

—¿Dónde? —Firial se adelanta a preguntar más histérica que yo.
Lapham rota la pantalla de un solonlado de modo que lo podamos observar con perfección en el lado derecho.

𝐑𝐄𝐌𝐄𝐌𝐁𝐄𝐑  |njh| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora