59. | Medianoche

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Capítulo 59.

Charlotte

Suspiro bajito, no quiero que me descubran. La tía Firial ayuda a mami mientras se viste con dificultad. Hay vendas al rededor de sus brazos, habían manchitas de agüita roja en su piel.

¿Mami está lastimada?

¡No puedo permitirlo!

Le prometí a mi papá que la cuidaría por él.

Mami no puede mantenerse mucho tiempo en pié, no ha dejado de llorar desde que entró aquí y después le siguió mi tío Alec. No entendí sus palabras, pero mami dijo "Ella mató a mi bebé"...

Yo soy su bebé, mami siempre me lo dice.

No puedo asomarme mucho, el espacio del armario es reducido y seguramente me regañarán si me pillan.

La tía Firial ayuda a mi mamá sosteniendola hasta llevarla a la cama después de colocarle el pijama. Ella no deja de llorar contagiandome su tristeza...

Antes del incendio en nuestra antigua casa, mami nunca lloraba. Ahora lo hace todos los días, escondida en el baño o en el clóset. Lo sé porque yo me escondo en el armario y ella no me ve.
Se cubre la boca golpeando su pié contra el suelo, como si fuera una forma de desquitarse y que nadie la escuche.

Pero yo lo hago.

Mi mami está muy triste y eso me entristece a mi.

Ella es mágica, cura mis dolores de pancita y cuando me resfrío, me prepara los pancakes más deliciosos del mundo.

Salgo del armario a hurtadillas pues nadie me mira. Mi tía Firial recoge las cosas del baño y una extraña botella casi vacía, la cual avienta al basurero.
Me quité los zapatos, así ella no me escucha mientras camino hacia mamá, quien se encuentra acostada boca abajo  abrazando una almohada mientras solloza y sus pequeñas lagrimas descienden aún teniendo los ojos cerrados.

Acaricio su mejilla temerosa... ¿Y si se enoja?

Los bonitos ojos de mamá se abren, el gris de su mirada se conecta con la mía y me sonríe levemente. Le sonrio de vuelta... pero no se mueve, respira mal...

Inmediatamente busco en su gaveta, en la mesita de noche, el pequeño aparatito que mi tío Alec le extiende cuando comienza a respirar de esa forma. Mamá lo toma e inhala dos veces antes, para así después tranquilizarse.

—Gracias mi niña... —extiende su brazo y me acaricia el rostro.

Reparo la forma en la que respira, está mejor y eso me pone muy feliz.

Ayudé a mami.

Ella vuelve a abrir los ojos, mirándome fijamente...

—¿Mami? —me presta atención—, ¿Verdad que yo soy tu bebé? —deja de sonreír por unos instantes, su labio tiembla y sus ojos se llenan de nuevas lágrimas.

¿Dije algo malo?

Sin embargo, mamá se repone y me sonríe aún con los ojitos llorosos. Asiente.

—Lo eres —me pide que me acueste a su lado y por supuesto lo hago. Me abrazo a su cuerpo y ella me abraza a mi repartiendo besitos en mi frente—, mi bebita preciosa...

Mami vuelve a llorar pero esta vez no me suelta... y yo tampoco quiero alejarme. Yo la voy a cuidar y la voy a hacer sonreír otra vez. —Duerme conmigo, ¿Si? —asiento besando su mejilla.

—Te amo mami... ya no estés triste...

—Y yo te amo a ti, te amo mucho. —la abrazo nas fuerte cuando mi tía Firial sale del baño y nos observa atenta. Cierro los ojos inmediatamente fingiendo estar dormida, no me iré de su lado.

𝐑𝐄𝐌𝐄𝐌𝐁𝐄𝐑  |njh| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora