63. | Verdades que hieren

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Capítulo 63.

Noviembre 23, 2018.

Londres, Inglaterra.

Meredith

Suspiro.

Inhalo, exhalo y suspiro.

Una, dos, tres veces.

Me miro al espejo, repaso mi atuendo.

El moño que no deja escapar ni una sola hebra de cabello, los labios rojos, el vestido elegante, el gabán, los tacones, la ansiedad y los nervios a flote.

Cierro los ojos, apaciguando las sensaciones cuando sus manos me rodean la cintura y sus labios besan mi cuello.

—¿Cómo estás? —susurra mirándome a través del reflejo del espejo.

Le dedico un asentimiento aunque por dentro esté más que muerta del miedo.

—Bien, creo... creo que estoy bien.

—Sabes que estoy contigo, ¿Cierto?

—Promete que no me vas a soltar la mano. —exhalo y él me levanta el rostro. Sus ojos me miran atentos.

—Nunca. —deposita un casto beso sobre mi frente.

—¿Están listos? —asentimos con la llegada repentina de mi hermano. Él no ha querido hacer preguntas al respecto, cosa que agradezco.

El momento de hablar llegará... más pronto de lo que me gustaría admitir.

Avanzamos escaleras abajo, todos juntos, vestidos como si fuéramos la familia Shelby, elegantes y pulcros listos para revivir los horrores que por tanto tiempo me han atormentado.

Ver a mi hija dar saltitos de la mano de su tío Harry me remueve todo por dentro.

Ella debe asistir con una psicóloga judicial mientras nosotros entramos en juicio. No nos dejaron llevar a todos los niños y es entendible, quieren determinar que la niña no tenga secuelas.

—¿Me compras una comadreja? —le pregunta ella alterando las dos colitas que le atan el perfecto cabello dorado.
Estas lucen onduladas con un moño rojo en cada una. Hacen juego con su vestido rosado y el suéter pequeño del mismo color, así como también las zapatillas deportivas blancas que relucen unas pequeñas fresitas pintadas a mano junto al logo Nike.

—¿No quieres diez vacas y ser esposa de mi hijo?

—Las mujeres exitosas no tenemos esposos —le suelta la mano al rizado—, mejor se la pediré a mi papá.

—Pobre de tu yerno, Mer —me dice Harry señalando como Charlotte es mimada por los abrazos y los besos de su padre—, que se me caiga un testículo si el pobre no sale corriendo cuando conozca al suegro.

—¿Qué es un testículo? —Charlotte frunce el ceño dudosa.

Niall y yo lo acribillamos con la mirada y este solo se ríe cuando Natalie le propina un golpe suave en la nuca —Yo quiero un testículo, mami.

—No necesitas un testículo, deja eso. —le digo apresuradamente.

No me equivoco, está niña me va a terminar acabando.

⛓🧿⛓

La sala comienza a llenarse, los murmullos me disparan el pulso de los nervios, no puedo dejar de mover la pierna de arriba a abajo de lo ansiosa que me siento.

—Tranquila, todo saldrá bien. —recuesto la cabeza sobre su hombro intentando respirar profundo.

—Perdón.

𝐑𝐄𝐌𝐄𝐌𝐁𝐄𝐑  |njh| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora