Epílogo

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Actualidad...


Ah... el amor.

Qué cosa más loca y horrenda es.

Ava y John se casaron, como era de esperarse, ¿hijos? No, el carácter de la mujer no había cambiado con esos pequeños seres del demonio, pero estaba bien... Estaban bien.

-¡Esoooo Amooor!- Gritaba una muy emocionada Ava a su esposo; o como ella suele llamarlo "El Amor de su Vida".

Sí, quizás sea demasiado cursi, pero ellos no lo ven así; y eso está completamente bien.

-Considero que en un par de meses más John recuperará el 80% de movilidad en ambas piernas, claro si sigue esforzándose lo suficiente- Les comunicó la doctora al feliz matrimonio antes de despedirse cordialmente, para luego, ellos emprender camino en dirección a su hogar.

John dio inició a sus terapias avanzadas en el hospital "San Ignacio" dos años atrás. Su persistencia y ganas de ser un mejor hombre para su esposa lo llevaron a la cima de su objetivo; Ava estaba muy orgullosa de él.


En menos de 30 minutos, la adorable pareja ya hacía en su nido de amor, donde habían estado viviendo desde hace 4 años atrás; justo después de la boda de nuestro guerrero John y nuestra dulce Ava. Obviamente su hogar fue diseñado por el famoso arquitecto Muller, osea, él mismo.

Sus vidas laborales iban de maravilla. La joven formaba parte de un buffet de abogados muy importante en su ciudad, mientras que su marido recibió un reconocimiento por ser uno de los arquitectos más ingeniosos en todo el estado.

¿Cómo fue la boda?

Sencilla, literalmente.

Se fueron a la playa, solo ellos dos, e hicieron su ceremonia sin invitados, a excepción del padre que los casaría. La decoración era bellísima ¡Había hasta sillas para gente invisible! Cualquiera podría pensar que nadie asistió, pero la realidad era que ni siquiera avisaron del evento.

¿Qué por qué?

Pues...

-Amor, ¿cuántos invitados habrá?- La bella pareja de prometidos estaban recostados en la habitación de la casa de Ava, planeando su ceremonia.

-¿Invitados?- La chica estaba perdida en el recuerdo de la noche anterior, la noche en la que John la llevó a un lago y, en medio de la cena romántica con lucecitas por doquier, le entregó el anillo más hermoso que ella había visto. Seis diamantes de oro rosa de 18 quilates, claro que era hermoso.

-Si- Al muchacho le hacía ilusión verla admirar el anillo, ya que pasó una larga temporada matándose en el trabajo y poniendo en juego su relación, debido a que pasaba horas encerrado en su oficina con tal de tener más planos e ideas para vender.

-Yo digo que no invitemos a nadie- Rieron.

-Lo digo enserio- 

-Yo también- Su mujer lo observó con sus precioso ojos y notó que ella no tenía ni un ápice de broma.

-P-pero... ¿Por qué?-

-Porque odio a la gente- Y a pesar de que sonó como una broma, no lo era.

Lo dialogaron por horas, hasta que llegaron a la conclusión de que, de una u otra manera, siempre había una persona que arruinaba todo y esa noche era su noche especial, así que nadie la arruinaría. Además, los que se iban casar eran ellos, no los invitados.

Así que esa fue la razón de su peculiar boda, la cual fue un éxito total. Al día siguiente fueron a comer con sus padres y algunos amigos cercanos para contarles que tal estuvo todo.


La casa donde viven actualmente ya había sido mandada a construir con anticipación por parte del muchacho, era una casa qué el pensó y diseñó según los gustos de cada uno. No se limito en nada, es más, hasta tenían un tobogán que los bajaba desde la tercera planta de su hogar hasta la primera, sin olvidar el elevador, por la condición de John.

Pensarán que fue arriesgado ese movimiento, ya que aún no había aceptado la chica, pero el joven sabía que no iba a amar a alguien de la manera en la que amaba a Ava, por lo que decidió continuar con la construcción para, si ella se llegaba a negar, conservar recuerdos de su amada.


-¡Amor!- La mujer del chico estaba en el baño de su habitación desde hace ya casi una hora, era preocupante, pero él dedujo que era uno de sus días de depilado extenso.

-¿Qué pasa?- Entró sin tocar la puerta; la confianza se ganó con tantos años de conocerse hasta el más sucio secreto o fetiche del otro.

-No ha venido Andrés- 

-¿Qué?-

-¡El que llega cada mes, John!-

-¿Q-qué?- La cara del pobre hombre flacucho, que ya no estaba tan delgado pero se conservaba en forma, estaba más pálida de lo normal. Ava le mostró una especie de barrita blanca con dos rayitas en el centro...

-Estoy embarazada-

¡Santo cielo!

Esa era una nueva etapa en sus vidas, un nuevo reto que ambos tendrían que enfrentar, ¿pero qué se le hace? La vida es la amante de las sorpresas.


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<3

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