Estoy contigo

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12 de agosto, 2010

-Está arriba, cielo- Comunicó una melancólica Mirna a la joven.

-Gracias y estará bien, no se preocupe- Ánimo Ava a la mujer pero sin poder evitar su rostro de tristeza.

-Eso espero- Soltó un suspiro para continuar lavando los trastes.

La chica se encaminó a la habitación de su amigo con una opresión en el pecho que la estaba matando, estaba asustada.

Cuando Ava salió del colegio esta mañana, la primera llamada que recibió fue de la señora Mirna rogando su presencia, debido a que su retoño había ido al médico y le acaban de informar que por la ausencia de terapias y tratamientos necesarios durante los últimos 3 años, era muy probable que no volviera a caminar jamás; eso provocó que su hijo entrara en una crisis existencial, porque las palabras motivadoras de los doctores eran lo único que lo sostenían aún, pero ahora ya no había nada, absolutamente nada.

Durante el día, el muchacho había tenido como mínimo 8 ataques de ansiedad "un nuevo motivo para morir", como dijo el chico sardónicamente y empeorando su estado mental; no había comido, pensó que si cooperaba se iría más rápido con Max.

-¿Johny?- Lo llamó con un nudo en la garganta.

Él no respondió, pero ella lo vio...

Estaba en posición fetal, con las sabanas pegadas a su debilucho cuerpo; parecía que estaba dormido, aunque él ansiaba despertar en el valle de la alegría eterna que mencionó Ava.

-Oh, John... Estoy aquí, mi morocho favorito- Dijo la chica mientras le daba un beso en la cabeza y sin poder contenerse más, unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

Lo miró; sus ojos tenían unas profundas ojeras, a pesar de haberse enterado hoy de la noticia; su rostro estaba lleno de lagrimas secas; sus labios estaban entrecortados; sus huesos y venas podían verse con más facilidad. 

Ava estaba aterrada; recordó la vez que él le confesó las razones por las cuales se había hecho amigo de la muerte... 

-Mi mejor amigo, Marcus, era él único que sabía que sufría de asma, algo que no se comparaba a la cantidad de cosas que padecía a esa edad, pero creí que él era genial, creí que el no me juzgaría nunca, así que se lo dije y asi fue, no me juzgó; seguimos siendo amigos hasta que cumplí 12 años y caí de las escaleras...-

Ava lo escuchaba atentamente mientras le hacía mimos en el cabello.

-Volví a la escuela y el se portó distante conmigo; su madre lo hacía arrastrar mi silla todo el tiempo, pensé que le parecía fastidioso o agotador, por eso aprendí a moverme solo, para no molestarlo y que me abandonara...-

La voz del chico se quebró poco a poco.

-Fui un imbécil, el obviamente me iba a dejar, éramos niños, el no quería llevarse con alguien que físicamente no se pareciera a él; asi que se convirtió en el capitán del club "Jodamosle más la vida a John"; me tiraban de mi silla, me pateaban, robaban las cosas de mi mochila, me insultan con sobrenombres como "monstruo" "adefesio" "fenómeno" "el huesudo" y realmente eso no importaba; pero de un momento a otro nos convocaron a toda la escuela en un salón para hablarnos sobre todos mis problemas y los cuidados que requería para evitar incidentes; ese fue el detonante, lo que les dio el impulso para hundirme más, no emocionalmente, sino físicamente. Había una tradición que consistía en que si alguien nuevo entraba, debía aventar de su silla "al rarito" para que sea aceptado; yo era su objeto de burlas, siempre lo fui, pero tenia a Marcus; asi que cuando el se fue tuve que crecer de golpe y tener razonamientos que, soy consiente de que no debía tener a esa edad, no debía pensar en suicidarme, ni tampoco debía idear un sistema de defensas en donde el lema era "Todos algún día serán Marcus" pero me sirvió, como lección de vida... una más-

Ava sollozó más fuerte ante aquel recuerdo del día que lo tiraron de su silla en la puerta de su escuela y el lloró, creyó que no era para tanto... pero lo era.

Ese día le prometió que ella no sería "Marcus" nunca.

También, esa misma tarde le confesó una de las pequeñas razones del odio hacia su padre...

-Llevaba poco tiempo en la silla de ruedas, era algo nuevo para mi, jamás había usado una pero ni de broma; asi que cuando trate de ir a la cocina a buscar una manzana, no vi el pliegue de la alfombra y salí volando de la estúpida silleta; estaba tendido en el suelo sin poder hacer más que arrastrarme como gusano, pero de repente apareció una silueta en mi campo de visión, mi padre, le pedí que me ayudara porque no podía hacerlo, pero el solo me miró fijamente para luego decirme: "La vida te va a dar golpes más fuertes y no siempre te van a ayudar, así que se un verdadero hombre y levántate solo". Ava era un niño, un niño que nunca usó una silla de ruedas, ni tampoco sabia lo que estaba viviendo; imagina amanecer un día, caer de las escaleras y  no poder volver a mover las piernas nunca más; sé que la vida es dura, lo sé más que él, pero dejarme tirado ahí 2 horas con ataques de ansiedad hasta que mi madre volvió del trabajo, no lo hizo más hombre, lo hizo más ignorante-

Para ese momento, Ava era un mar de lagrimas. Jamás pensó conocer a una persona que haya sufrido tanto, y esos solo fueron dos sucesos de los menos relevantes que le confesó esa noche; pero recordar las cirugías casi fallidas de las que le habló, era algo en lo que no quería ni pensar.

-¿Ava?- Se escuchó un susurro ronco y casi roto.

-¿Si? Soy yo, Johny- Le respondió sorbiendo su nariz y secando rápidamente sus mejillas.

-¿Estabas llorando?- El chico se levantó y la abrazó, el nunca lo había hecho pero lo hizo; lo hizo porque su amiga lloraba, porque no solo él tenía problemas, porque tal vez Ava tuvo un mal día y lo necesitaba; por eso lo hizo, no por él.

Y eso solo logró que el llanto desmesurado de la joven regresara.

-John... Escúchame bien, tu vas a volver a caminar porque te lo digo yo; no sé como pero lo harás... Te quiero mucho y no me gusta verte así- Aseguró sosteniendo su rostro entre sus manos para luego volver a atraerlo hacia ella y abrazarlo fuertemente.

Las palabras de su mejor amiga le provocaron un nudo en la garganta. No espero más para volver a llorar, pero ahora no estaba solo y por suerte, el pensaba que llorar acompañado era mejor que ahogarte solo.

-Sh... Estoy aquí John, estoy contigo y nunca me iré- Le susurro, jurándose mentalmente que jamás abandonaría a ese pequeño flacucho que la abrazó porque estaba llorando, mientras que él se rompía por dentro.


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No me di cuenta de lo rápido que escribí este capítulo, pero en lo personal siento que es muy emotivo, así que aquí está... Espero lo hayan disfrutado :3


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-I see you in the future mate <3-

From: ayadaher05

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