Capítulo 26 : One last time.

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No recordaba que la habitación de Thomas fuese tan amplia y organizada

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No recordaba que la habitación de Thomas fuese tan amplia y organizada. Tampoco que contase con la vista que aprecio Justo ahora.

¿Por qué no me fije en el enorme ventanal que yacía a un lado de su cama?

¿En qué mundo me encontraba la primera vez que me metí aquí?

A lo mejor muy metida entre sus brazos, lo más parecido a una droga a la cual actualmente me sentía adicta.

Colores negros, grises y azules oscuros decoraban desde la alfombra hasta las lámparas que colgaban del techo.

Una noche próxima a terminarse le daba un contraste único al ambiente.

Mi mirada se desvió al reloj de pared a un lado de la ventana.

Tuerzo el labio levemente ante el disgusto y revoltillo que se provocó en mi estómago al contemplar que faltaban menos de una hora para que comenzase a amanecer.

Y en casa de los Miller aún no había nadie más que él y yo. Dudaba de todas formas que fuese a venir alguien.

Hugo, André y Gastón al hospital.

Mama y Ada en casa.

Odette, Saúl y Zoé con un paradero desconocido.

¿A todas estas donde estarían ellos?

¿Dónde estaría Zoé?

Sujeto la toalla contra mi cuerpo mientras hago el esfuerzo en despegar la mirada del ventanal e irme a bañar de una vez por todas.

Mi cuerpo desnudo bajo de esta tiritaba gracias a la brisa que entraba por estas.

— ¿Piensas desnudarte para mí Justo allí o irte a bañar ahora? —cuestiona esa voz a mis espaldas sacándome de la burbuja de pensamientos.

A estas alturas ya no valía la pena espantarse. Monstruos y miedos mayores nos rodeaban a todos.

— Ninguna parece muy buena opción. —me sincero apretando el royo contra mi pecho.

— Hieres mis sentimientos, Madeleine Jones. —murmura Thomas.

— Ya están heridos, Thomas Miller. —alego dando media vuelta.

Quedamos varados en el silencio de una oscura habitación, él al otro lado de esta, junto a la cama y yo en una esquina junto a la ventana.

Frunció el ceño esbozando una sonrisa algo confusa antes de terminar por suspirar.

Me fijé en su cuerpo de una manera descarada. La forma en que sus tatuajes resaltaban gracias a la escasa luz de la luna. Su pelo desorganizado, sus labios húmedos y sus muy trabajados y fornidos músculos. Tan solo cubierto por unos simples pantalones cortos por debajo.

— Tienes razón. —sentencia finalmente sin siquiera inmutarse, pero con una expresión tan relajada que daba para pensar.

— ¿De verdad las amenazas comenzaron con aquella simple llamada que recibiste? ¿De verdad tan solamente una llamada lo cambio todo? —suelto de golpe si siquiera dejarle interpone otro tema entre nosotros.

DESTRUCCIÓN +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora