Capítulo 18 parte II : Una modesta casa de campo.

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— Voy a morir de los nervios

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— Voy a morir de los nervios. —agonizó mientras me encojo en el asiento.

— No hay motivos, hermosa. —puntualiza con una sonrisa humorística.

¿Dónde diablos estaba el humor?

— ¡Voy a estar un día completo con tu madre, André!

— Y Thomas y yo. —me recuerda con la mirada puesta en la pista.

Observo el gps sintiendo como la energía de mi cuerpo desaparece de golpe.

Faltaban menos de cinco minutos para llegar a nuestro destino.

— Si las cosas hubiesen transcurrido de manera diferente a lo mejor... —murmuró sin saber de qué manera terminar mi oración —No lo sé.

André frunce el ceño aún con la mirada clavada en la autopista, haciéndome dudar de si fue buena idea haber sacado a relucir lo sucedido justo en un día como hoy.

Suspiro, terminado por desplomar la cabeza sobre el espaldar del asiento.

El día de ayer transcurrió como alma que lleva al diablo, como si de una u otra forma el tiempo estuviese deseoso de posicionarme en donde me encontraba ahora.

En un auto con André a solas y en dirección a la casa de campo de los Miller, donde Thomas y su madre nos esperaban ansiosos.

Y hablando de Thomas...

Las cosas parecían torcerse por cada segundo que transcurriese y aunque me forzase a mi misma a olvidarlo, me era difícil.

¿Qué relación han de tener aquellos dos? ¿Familia de sus padres o amigos? A lo mejor tan solo estaba siendo paranoica.

Debía forzarme a pensar que solo estaba siendo paranoica porque no quería torcer las cosas.

Temía preguntar por las cosas obvias, las cosas que habían salido mal y seguían saliendo.

Temía arruinar algo.

Arruinar esto que teníamos, por más confuso que fuese.

Para últimas instancias lo único que pude hacer fue ignorarlo y llamar a André para comunicarle que aceptaría ir con ellos y justo aquí me encuentro.

A tan solo pocos minutos de llegar a nuestro destino, rodeada de árboles y adentrada en un muy lujoso y costoso campo a las afueras de la ciudad y vigilado por guardias de extremo a extremo.

— No debes sentirte culpable de las cosas que no puedes controlar. —Rompe el hielo de manera drástica.

Me muerdo el labio inferior con ligereza y asiento, tragando con dureza.

— Lo sé, solo que a veces no puedo evitarlo. —me sincero, jugueteando con mis dedos.

Alzó la mirada desviándola hacia este, encontrándome con un perfilado y limpio perfil.

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