Capítulo 4 : Las copias de Bob esponja.

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Hago el último conteo de la cuenta semanal e imprimo la hoja con la misma velocidad

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Hago el último conteo de la cuenta semanal e imprimo la hoja con la misma velocidad.

¿Cuánto gastaba esta gente diario? ¿Lo que yo podía ganar en siete años trabajándole de mascota a las Kardashians?

— Odio las matemáticas más que respirar en un nuevo día —me quejo, sintiéndome extremamente agotada.

Después de un intenso fin de semana el cual el grandioso Thomas Miller, fue el protagonista, tuve que caer de golpe en mi realidad.

Sexo, más sexo y luego otro poco de sexo. Thomas y yo nos terminamos largando sin siquiera dar explicaciones a Gastón y Odette.

Ni siquiera veía posible como en tan solo simples días mi vida había cambiado tanto, sin novio y con un tipo que parecía sentirse satisfecho con ser el juguete de alguien.

Y yo no me quedaba atrás, me veía tentada a continuar lo que sea que tuviésemos.

A lo mejor tener sexo con un desconocido en el bar y luego darme cuenta de que tendría que trabajar con él por ser socio de mi madre, no fue tan mala idea.

Escribo los últimos dígitos en el computador sintiéndome satisfecha segundos después al darme cuenta de que mi jornada el día de hoy había acabado.

Rápido fondo y me desplomo sobre el asiento.

Son tan solo microsegundos los cuales los pasos fundidos en el silencio antes de escuchar el cómo tocan la puerta de la oficina de la casa.

— ¡Pasen! —respondo, pasándome las manos por mi cansado rostro.

La puerta se abre tan rápido como digo aquello dejándome apreciar el rostro de mi madre para el momento en que se asomó por el hueco entreabierto.

— ¿Y bien? —inquiero, clavando la mirada en ella.

— Uno de Los Miller ha venido a buscar el total de gatos de este mes —suelta de golpe y tan rápido como dice aquello todas mis alertas prende. Enderezó mi cuerpo en la silla y plantó las manos en la mesa. —¿Los tienes?

Asiento apresuradamente.

— Claro que los tengo —respondo, jugueteando con mis dedos nerviosos —¿Cuál de los Miller? —indagó, deseando escuchar su nombre.

Esta mira hacia atrás por breves segundos antes de volver a mí.

— André —sentencia y toda ilusión y deseo perverso que pude haber tenido cae de golpe sobre los suelos.

Con que André Miller.

¿Sería este igual que su hermano?

Respiro hondo y asiento, torciendo el gesto.

— Que pase —Prosigo, haciéndole una vaga señal.

Mama asiente y se hace a un lado, retirando por un par de segundos en los cuales solo escuche vagos murmullos, antes de que la puerta se habrá en su totalidad dejándome apreciar al grandioso André Miller.

DESTRUCCIÓN +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora