Ajustó la falda de cuero a mi cintura, dando media vuelta para observar mi despampanante trasero.
Al menos Dios me atribuyó algo.
Hoy era un día nuevo y tenía todas las pintas de ser un buen día o bueno, lo que resta de este.
El sol estaba a menos de dos horas de caer en un lento atardecer, la noche llegaría pronto y no podía encontrarme más emocionada.
Hoy saldría con Thomas y tomé bastante en serio el hecho de este sorprenderme, no he dejado de pensar en ello desde nuestra corta, pero calurosa llamada.
Doy un último vistazo a mi reflejo en el espejo, sintiéndome satisfecha con el resultado.
Algo corto y provocador, pero cómodo. Sabía que esta noche no iríamos precisamente a una iglesia.
Thomas me escribió poco después indicándome a las siete en punto estaría justo en mi puerta. Teniendo en cuenta de que eran eso de las seis y media, sabía que no faltaba mucho para su llegada.
Alboroto mi pelo en un intento de verme menos arreglada y doy media vuelta para tomar mi mini cartera que contenía tan solo lo necesario.
Me desplace hacia la salida de la habitación corriendo hacia el pasillo como alma que lleva al diablo, pero en tacones y con altas probabilidades y caerme y quedar inválida.
Una vez llegue al comedor deje mi cartera sobre la mesa disponiéndome a esperar allí la llegada del chico. Agradecía el hecho de que mamá no estuviese en casa para evitar las preguntas innecesarias.
Estaba a nada de desplomarme sobre el sillón para cuando el timbre de la casa sonó dejándome paralizada.
Frunzo el ceño y elevó la mirada hacia el reloj asegurándome de que aún faltaba media hora.
— ¿Por qué ha de llegar tan temprano? —preguntó, en voz baja para mi misma antes de aproximarme a la puerta de manera despreocupada.
Quito los seguros de manera apresura y al momento de abrirla, me preparo para llenarle de preguntas.
— Me extraña decir que...-suelto de golpe, abriendo la puerta de par en par, pero las palabras quedan atascadas en mi garganta en el momento en que veo de quien se trata.
Y no precisamente de Thomas.
— ¿Qué Diablos haces en mi casa, Tristán? —escupo, dispuesta a cerrarle la puerta en cara, pero este me detiene interponiendo su brazo con bastante fuerza.
— Dios, Madeleine, necesito que me escuches —lloriquea tal cual un niño —Necesito que solucionemos esto.
— ¿Solucionemos? —me carcajeó de mala gana, estrellando la puerta contra la pared, sintiendo la sangre hervir a través de mis venas —Necesito que tú soluciones, ¿te estás escuchando?
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DESTRUCCIÓN +18
Romance"Quiero cortarte de mis sueños." No había límite que se interpusiera entre él y yo. Yo fui capaz de amarte y lo hice. Fuiste capaz de destruirme y lo hiciste. Una obsesión disfrazada de amor ante mis ojos. - No de alguien como yo, se que hacer pa...