Capítulo 34 Parte III : Despedidas.

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POV Madeleine

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POV Madeleine.

Cinco meses después.

— No puedo hacerlo. —susurró por lo bajo mientras inconscientemente aprieto las manos a las sábanas de la cama bajo mi cuerpo.

— Venga, niña. —bufa Saúl con una sonrisa ladeada.

Este se mostraba algo más animado.

Gastón el cual yacía enfrente mío mantenía las dos muletas a cada lado esperando pacientemente a que yo las tomase en mano y pusiese los pies sobre el congelado suelo y comenzase a caminar.

Cosa que hace segundos pareció apetecerme, pero ahora aterrarme.

Había pasado meses con mi pie enyesado y hace tan solo cinco días habían podido deshacerse de él.

Solo que ahora al caminar me era inevitable no temblar de ese pie y sentir el miedo a caer.

— No me digas que vas a echarte para atrás ahora... —me anima Ada desde el sillón.

Odiaba los hospitales con cada maldita partícula de mi cuerpo.

Pero más odiaba el obligarme a mi misma a siquiera actuar como si tuviese los ánimos de hacer nada.

Aún pasasen cinco meses o diez años, tenia ese sentimiento de desinterés y estado de agotamiento constante.

— Tan solo... —murmuró con la mirada clavada en el frío suelo.

¿Puedo yo hacer esto?

No, no puedo y no quiero.

¿Al fin y al Cabo porque lo estoy intentando? Desearía saber que ganó con ello.

— Madeleine... —proclama Gastón intentando darme impulso.

Todos parecían expectantes de mi...

— ¡No puedo hacerlo! ¡No quiero y nada mas! —chillo apretando los párpados con fuerza sintiendo como todo a mi alrededor se tambalea.

— Ey, tranquila nena... —se apresura a decir Saúl mientras de un salto y en cuestión de un abrir y cerrar de ojos se posiciona a mi lado.

Con rapidez posicionó su mano delante de mi cuerpo por instinto a que yo por alguna razón me cayese de la camilla.

Instinto...

No necesito que nadie me cuide.

Alce la mirada hacia este tragando en seco y con severa dureza.

Nuestras miradas chocaron por un instante y yo solo pude fijarme en las fracciones que decoraban su sumido rostro.

Ojeroso, decaído y descuidado. Todos en estas habitación incluyéndome a mi permanecíamos de aquella lastimera manera.

Desolados.

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