Capítulo 31.

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La canción terminó, por lo que varias personas se fueron a sentar para descansar un poco. Me quedé con él, escuchando como otra canción comenzaba a sonar, pero para entonces, ambos habíamos dejado de movernos.

―La subasta debe estar por empezar ―Informó―. ¿Quieres estar presente?

Negué con la cabeza.

―Vámonos ―Susurré, subiendo mi mano hasta el cuello de su camisa―. Te necesito.

Las palabras que me dijo antes, cuando no buscaba soltarme, resonaban en mi mente. La posesividad con la que lo dijo, causó un efecto en mí que me era desconocido. Uno que me gustó.

Porque gran parte de mí, solo deseaba que me hiciera sentir tan...suya.

Y esta vez, por elección propia. Sin obligaciones, sin problemas que me orillen a esto, sin miedos. Solo quiero estar a solas con él y que me reclame, que reclame mi cuerpo como suele hacerlo desde la primera vez, como cada vez que estamos juntos.

No se opuso a mi petición, simplemente tomó mi mano y me llevó a la salida sin despedirnos de nadie. Por suerte, en el camino no me encontré con Bruno. Eso me hizo sentir alivio.

Otra razón por la que quería irme de la gala, es porque no soporto estar en el mismo espacio que Alighieri. Su presencia me enferma y me hace sentir miserable.

Igual de miserable que él.

Trajeron el auto de Neal y le entregaron sus llaves. Abrió la puerta del copiloto para que yo subiera, cuando lo hice, él fue de su lado y se ajustó el cinturón. Arrancó y pocos segundos después, ya no pude ver el enorme salón.

―¿Tu apartamento está muy lejos de aquí? ―Pregunté, ansiosa.

―No mucho, está casi en la misma zona ―Contestó. Me miró de reojo, alzando una ceja al notar mi actitud―. ¿Te encuentras bien?

―Uhmm ―Emití.

Una de su mano se posó sobre mi pierna. Y mientras la sentía subir, mi respiración se volvía cada vez más errática.

Apretó mi muslo un poco, antes de que las caricias de sus dedos, subieran cada vez más hasta llegar a mis bragas. Me acarició por encima de ellas, por lo que mordí mi labio inferior para contener un gemido. Llevé mi mano a la suya, evitando que detuviera sus movimientos.

Para este punto, puedo sentir lo húmeda y caliente que estoy.

Tuvo razón al decir que estamos en la misma zona, porque pronto estuvimos entrando al estacionamiento. Una vez que apagó el coche, no desaproveché la oportunidad de bajar, tomando mi bolso. De tan distraída que estaba, ni siquiera había notado que los dos aún llevamos el antifaz.

Neal posó su mano en mi espalda baja, guiándome al elevador. El camino fue rápido por suerte, pero dentro del ascensor se podía sentir el calor asfixiante con nosotros dos ahí dentro.

Una vez que entramos a su apartamento, cerró la puerta. Se giró, observándome. Sus ojos tenían un brillo nuevo en él, uno que ha estado desde que me dijo que no puede compartirme.

―¿Te molesta? ―Cuestioné.

―¿El qué?

―Que otro me mire.

Negó con la cabeza.

―No. ¿Por qué me molestaría algo así? ―Se encogió de hombros.

―¿Y lo que dijiste hace un rato?

―Lo que dije es cierto, él puede mirarte como si fuera un niño al que le han arrebatado algo, puede observar desde lejos y anhelarte, pero eso no significa que vaya a tenerte. Tal vez ustedes tienen una historia, ya sabes lo bueno que soy leyendo a las personas y tú parecías muy incómoda con él cerca. Tal vez él pretenda recuperarte, pero no se lo voy a poner fácil ―Aclaró, dando pasos lentos hacia mí―, soy yo el que te tiene ahora y no tengo intenciones de dejarte ir.

Seduciendo a tus demonios © [Destructiva Obsesión #1] ✔✔ EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora