Capítulo 33.

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Lara Spencer.





Los minutos pasaron, pero aún así no me moví. Solo me quedé de pie junto a la entrada del restaurante.

Tal vez, la sorpresa me desencajó más de lo que debería.

La sorpresa o el miedo. Una de las dos.

―¿Lara? ¿Todo bien? ―Escuché la voz de mi hermano, por lo que giré para verlo. Está de pie junto a la puerta. Dios, ni siquiera escuché cuando se abrió―. ¿No entrarás?

―Eh...sí. Lo lamento ―Carraspeé, dando pasos automáticos hasta llegar a él. Sostuvo la puerta mientras yo entraba al lugar, el cual está lleno de gente, como todas las veces que hemos venido.

―Sí encontré una mesa disponible. Ven, te llevaré a ella ―Dijo, pasándose delante de mí para guiarme a dicha mesa. Lo seguí hasta que llegamos a ella, me senté en silencio, por lo que él me observó, un poco extrañado.

―Oye, ¿todo bien? ―Cuestionó.

Le dediqué mi mejor sonrisa, asintiendo con la cabeza para disimular.

―Sí, todo bien. ¿Por qué?

―Porque parece que ver a tu amigo te afectó mucho ―Entornó los ojos―. O tal vez no es tu amigo. ¿Es tu ex?

Ver a Bruno no me afectó. Lo que me afectó fue lo que descubrí.

―No es mi ex. Solo es un viejo amigo, pero hace mucho no lo veía ―Mentí―. Cuando dijiste que un tal Bruno había ido a tu trabajo, creí que te referías a él.

―Nah, ni se parecen en lo absoluto. Este se mira menos tenebroso ―Fingió un escalofrío.

―¿Menos tenebroso? ―Repetí, curiosa―. ¿Cómo era el otro?

Se encogió de hombros e hizo un mohín, como si estuviera recordando.

―Pues, para empezar, su voz daba escalofríos. Era alto y también su mirada era aterradora. Lucía mucho mayor que Bruno número dos y tampoco parecía estadounidense ―Con cada punto, levantaba un dedo para dar una mejor explicación―. No parecía ser de aquí.

Iba a preguntar, pero un mesero trayendo nuestras cartas y esperando a que ordenáramos, me interrumpió. Nos tomamos unos segundos para elegir y cuando estuvimos listos, entonces el mesero se retiró con nuestras órdenes.

Carraspeé, lista para seguir.

―¿Entonces de qué nacionalidad parecía? ―Cuestioné, más interesada en la que podría ser su respuesta. Hasta donde me lo describe, no puedo pensar en alguien que concuerde con las características.

―No lo sé...¿Pakistaní? árabe tal vez ―Ladeó la cabeza, pensativo―. Sí, seguro era árabe. Su acento también parecía como el de las películas en donde los personajes son de esos lugares.

Si antes, mi repertorio de posibles personas era casi inexistente, ahora es nulo.

―Y te dijo que se llamaba Bruno ―Formulé.

―Así es ―Asintió―. Después se fue y ya. No ha regresado a la cafetería.

Moví la cabeza de arriba abajo lentamente. Me incliné un poco hacia enfrente, como si estuviéramos hablando de algo super confidencial.

―¿Puedo pedirte un favor?

Hundió las cejas.

―Claro. ¿Para qué soy bueno aparte de todo? ―Inquirió, usando su actitud egocéntrica.

Reí un poco y rodé los ojos.

―Bien. Mi favor es que, si vuelves a verlo o vuelves a encontrarlo, sobre todo si yo estoy cerca, quiero que me lo digas. Quiero saludarlo, hace bastante que no lo veo ―Le pedí, observándolo a los ojos, tal vez dándole una mirada insistente.

Seduciendo a tus demonios © [Destructiva Obsesión #1] ✔✔ EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora