Capitulo 2

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Amber

Cada palabra tiene consecuencias, pero cada silencio también.

Recuerdo cuando era diferente. Cuando tenía miedo a las consecuencias, al escrutinio de mi subconsciente y al prejuicio de mi moral. Recuerdo cuando no sentía ese insaciable apetito por destrucción. Aun lo recuerdo.

O, al menos, solía recordarlo.

Fantasear sobre un mundo sin mi existencia comenzaba a ser una excelente alternativa a traer de vuelta esos recuerdos. Disminuía mi juicio mental y alentaba mis aventuras sin límites. Entonces la realidad me traía de vuelta. Yo seguía existiendo, solo para morir en algún momento. Eso solo me daba ganas de reír.

No estaba segura de sí reírme de mi propio deceso era cruel o no. Aun así, me reía. Y compartía esos pensamientos con los demás Lycans. Yo sabía que ellos siempre estarían allí para mí, recluidos del mundo en un pueblo perdido en la niebla helada del norte, o en medio de una enorme ciudad, expuestos ante todo el mundo.

Por ello, cuando la oí hablar sobre cómo el mundo sobrenatural, al que no estábamos acostumbrados, nos vencería, perdí los estribos. Todo broto en enojo. La mayoría del tiempo podía controlarlo.

Pero, algunas veces, era demasiado.

Le di un fuerte golpe a Selene en el rostro, sin pensar, casi sin analizar las consecuencias. Surgió de lo más profundo de mí, con ira y enojo... Y entonces habia golpeado a una humana que fácilmente podría haber sido Camille, una de mis mejores amigas.

Tampoco se sentía del todo mal, una ligera sensación de felicidad se deslizaba por lo más recóndito de mi cerebro. A Paul, el mayor, y, por lo tanto, el jefe que nos controlaba y guiaba, no le hizo gracia para nada.

Antes de que Selene, sangrando y mirándonos desde el suelo, tuviese una oportunidad de alzarse o huir, Cameron le toco el rostro con delicadeza. Cayo en un profundo sueño con inusual rapidez; Zack la levanto y la aventó sobre su hombro, mirándome de reojo. Aparentemente, tampoco le habia hecho gracia mi reacción.

Fantástico.

La dejamos con el resto de sus compañeros asesinos entrenados, y nos desvanecimos igual que sombras en la noche.

Visitar al Conscripto, a quien antes de conocer denominábamos Alonzo Vega, habia sido una difícil decisión, sin embargo, como Paul habia tenido que admitir, era una de nuestras pocas ultimas pistas reales. Su dirección aparecía en los papeles que mi madre, Isabelle Underwood, me habia dejado en una casa abandonada en el bosque, y, además, habia aparecido en una lista que Felix nos habia dado poco tiempo antes de encontrarnos con las Erinias.

Que apareciese dos veces no era una coincidencia, y eso fue lo que nos impulsó a tomar la decisión de ir a Chicago.

Aunque al inicio Nathan no habia estado del todo de acuerdo, termino aceptando con un par de condiciones; mantenernos bajo el radar y tardar poco tiempo. Teníamos otros asuntos que atender, asuntos que iban desde problemas en Etiopia, un lugar bajo el mando de Nathan que estaba bajo amenaza gubernamental. Además, estábamos siendo cazados desde distintas direcciones por Larry, un imbécil que lideraba exterminadores y Corretz. Y aunque sus objetivos eran confusos, su alianza con ciertos seres poderosos y acaudalados lo acercaban cada vez más a nosotros.

Lycans III: ApoteosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora