Capitulo 24

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Amber

Estaba harta de extrañar.

Harta de extrañar cosas, momentos, lugares, pero lo que más me hastiaba era extrañar personas.

Rodearme de naturaleza parecía una buena opción para evitar pensar en ello, pero habría tenido que huir muy lejos para que sucediera. Y era un pensamiento absurdo. Por ahora, me contentaba en tener distancia. Una larga distancia.

Los alrededores de la granja lo permitían, y la vasta planitud que rodeaba el edificio principal tenía la forma perfecta para una vigilancia silenciosa y efectiva. Decidí sentarme a los pies de un árbol, y mirar. Solo podía hacer eso. Ver el azul traslucido del cielo y los cambios de luz por horas, las sombras producidas por los árboles a mi espalda, el aroma penetrante del césped bajo mi cuerpo y sentir la brisa intensa pasar de rato en rato

Todos se veían lejanos, y, aun así, los bordes de cada una de sus acciones resonaban contra mis sienes. Arranque un poco de césped, al tiempo que algo en mi chaqueta vibraba.

Deje que sonara. Y agudice mi oído. En la cabaña, la vigilancia permanecía. Las voces eran fáciles de distinguir, pero hubo una que capturo mi atención. Hathorn. Sus palabras eran gruesas, contundentes...

Pase de él y trate de concentrarme en otros. Aun después de un año, era difícil discernir entre tanto ruido. Cuando estaba por dejar ir todo, una voz femenina capturo mi atención. La chica asiática, Yeon ro, hablaba en voz baja. Su susurro fue entendible, decía algo sobre un lugar. ¿Kaltiani? ¿Kaltaini?

Me interrumpió el celular, sonando de nuevo.

No creí que contestarias, — la voz en la otra línea se oía entrecortada, la emoción, sin embargo, era clara y fácil de sentir — Supuse que estabas en algún lugar sin señal o algo así.

Mi silencio, aunque no muy serio, hizo que Camille insistiera. — ¿Abby?

—Hola—le dije, con cuanto interés pude recoger de mi alrededor.

Camille suspiro—Te preguntaría si estas bien, pero es una pregunta estúpida.... ¿Estas a salvo?

—Justo ahora sí. —el atisbo de una sonrisa cálida tiro de mis comisuras.

No mentalmente, por lo que veo.... Joder, hay tantas cosas que quisiera preguntarte.

—Aun no encuentro un unicornio, no te preocupes.

—¡Pendiente que quiero una maldita foto!

Ambas reímos un poco, y tal vez fue mi tono ronco el que la animo a preguntar. — ¿Algo que si puedas decirme sin que muera o quieran secuestrarme? ¿Tal vez lo que te haga sentir tan triste?

Vacía. Mi mente respondió. La tristeza era por ahora un eco al que no llegaba.

—No ha pasado mucho. —mencione, calculando cuanto podía mis palabras. — No te preocupes.

Lycans III: ApoteosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora