Capitulo 3

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El falso espejismo de un control perfecto puede llegar a cegar tu capacidad de detectar el peligro, y esa lección solo la aprendes experiencia. Esto conlleva varios errores que pueden costarte caro.

Afortunadamente, aprendes a esquivar esas balas.

Aunque mi relación con el mundo sobrenatural era pobre, mi desconfianza crecía exponencialmente. Tenían diferentes modos de vivir, pero eran iguales a nosotros. Y nosotros éramos peligrosos, así que ellos también.

Por otro lado, habia algo aún más insólito. ¿Qué es más peligroso que una criatura con poderes sobrenaturales? El humano que cree que puede controlarla.

—Oh, Selene...—murmure, balanceando el arma entre mis dedos. La imagen de Selene se volvía nítida en mi mente, rememorando sus más delicados detalles, como las cicatrices en sus muñecas y su expresión arrogante. —Si que te asustamos, eh...

Esa debía ser la única razón de que enviara tantos de sus guardias en nuestra búsqueda. Que nos subestimase tanto era francamente ofensivo. Es decir, habia pasado mucho tiempo enfrentándome con gente que creía que podía hacerme daño, pero ellos tenían las habilidades para eso. Selene, por otro lado, solo estaba siendo una molestia.

Y, lo peor de todo, era que, al ser humana, Paul la consideraba inocente.

Bah.

Habia algo que me enojaba muchísimo de esa humana, y no estaba segura de cuál era la causa. Tal vez que fuese tan malditamente arriesgada y que creyese que podría capturarlos como aquel pobre wendigo que habia asesinado.

Edward estaba a unos cuantos metros de mí, inclinado, y también sobre el muro, viendo el otro lado del edificio. La hora avanzaba rápido y la vigilancia reciproca entre ambos grupos era cada vez más tensa. Desde mi altura, habría sido imposible ser detectada, a menos que alguien estuviese en los edificios colindantes.

Me aprete el cinturón, suspirando. —¿Dónde demonios estas? —gruñí, al comunicador. Estática fue la respuesta.

Al menos, esperar podía hacer que estuviese más tiempo en la ciudad.

Rodear un edificio para acorralar a alguien era la táctica más vieja del libro. Para escapar sin ser detectados, debíamos dividirnos, y, como éramos un grupo con integrantes vulnerables, la atención debía recaer en quienes podían aprovecharla.

Cameron abrió la puerta de la azotea, despeinado. —Perdí el comunicador.

—¿¡Es que eres idiota?!—oí que exclamaba Edward.

—¿Qué hay de Andrew? —pregunte yo.

—Decidió quedarse con el grupo.

—Si Edward se va con ellos seremos solo dos, tal vez no podamos crear una buena distracción.

Lycans III: ApoteosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora