Mehgan
09:00 AM.
El mundo habia desaparecido ante mis ojos.
Una extraña corriente me recorría la piel. Era la misma corriente que me recorría en situaciones de peligros, inexplicable y temerosa, una ráfaga de emociones que rompía poco a poco, arrasando mi integridad poco a poco. Y ahi estaba yo, de pie ante las escaleras, mirando el mundo oscurecerse a mi alrededor. Con el Planista me habia sentido igual. En Fire's Wood, haciendo mis viajes involuntarios a ese extraño plano espiritual, me sentía igual. Ya habia aprendido a reconocer la sensación; el poder de algo desconocido se apoderaba de mí, más fuerte que las voces, que el constante deseo de morir y que mi propia supervivencia.
Cameron ya no estaba, o sí, estaba arrodillado con las manos en su rostro, pero detenido como una estatua, con una bruma de brillo alrededor, fuerte y oscura, casi atrayente. Mantuve la cordura apretando las manos, y apretando los dientes. Estas bien, Mehgan, pensé, solo es la habilidad.
Aunque no tenía miedo, seguía paralizándome la sensación de lo desconocido. El edificio tenía la misma estructura, el mismo aspecto, pero todo era... oscuro. La mezcla de familiaridad y curiosidad eran las únicas emociones que me mantenían sobre mis pies en el plano espiritual.
Están aqui. Vienen por el poder. Enfréntalos. Detenlos. Ayúdalos. Rendición vendrá en el ocaso, terror en el medio de la noche y en los canticos de las voces celestiales. Están agitados los demonios, quieren ser liberados, quieren comer.
Cállense.
Abrí la puerta. Todo estaba paralizado, a través de las ventanas podía ver el cielo, oscuro y lleno de bruma y ceniza. El mundo en su peor versión. Corrí a través del pasillo, con el latido constante en mi pecho. En el mundo real mi cuerpo estaba levemente exhausto, pero allí, de algún modo, me sentía en perfecto estado. Corrí tan rapido como pude, pero no llegue a ninguna parte. Todo estaba oscuro, y de pronto ya no. Verde. Líneas verdes se movían por todas partes, como hilos de luz energética bajo mis dedos y las paredes, y el cielo, y alguien gritaba.
Oh, no. Sentí el súbito deseo de vomitar, y me lleve las manos al pecho. Protégela, protégela, no puedes protegerla, no puedes detenerte. ¡BASTA! Necesitaba contacto. Lleve mis brazos a mis hombros, en un abrazo improvisado conmigo misma. Queria a mi madre, y a sus abrazos mal ganados en los dias oscuros, o a mi hermana, con sus consejos y sus miradas cálidas. En definitiva, a mi...
Allí estaba. Frente a mí. Un cadáver. Un hombre. Reconocía su rostro libido y sin vida, antes risueño y cariñoso, su pelo rubio oscuro y sus venas llenas de mi poder. El poder que me habia heredado. Israel Underwood. Mi padre. Se me escapo una sonrisa involuntaria. Sabía que el cadáver, con sus cuencas blanqueadas, sus pómulos huecos y su piel a medio podrir era aterrador, pero no me causaba más que añoranza. Mi papa está aquí, esta aqui... pero ¿Que hace aqui? ¿Como llego aqui?
ESTÁS LEYENDO
Lycans III: Apoteosis
WerewolfEl Eclipsis se esta acercando. La cuenta regresiva ha sido activada. Es tiempo de un sacrificio.