┊CAPITULO 5┊

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León

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León

A la noche siguiente, decidí volver a Closer para zanjar el asunto de Morelli. Podían convertirlo en cenizas y echarlas a un cenicero, me importaba un reverendo pepino. Estaba en el club por otra razón: Averiguar si realmente había alguien detrás de mis pelotas.

Para darle carpetazo a esa historia de una maldita vez, iba a encontrarme allí con Vince. Nos conocíamos desde críos. Fue con él como empezó todo. Había sido padre hacía relativamente poco y llevábamos demasiado sin vernos. Estaba bien pillado por los huevos y, por fin, lo tenía a la vista, justo al otro lado de un largo pasillo.

—¿TIENES PERMISO DE LA PARIENTA? —vocee al verle—.

—¡No jodas! No conoces la sensación de tu cuerpo gritándote en silencio que necesitas una buena siesta —respondió con esa voz ronca y potente que tanto le definía. Ese crío suyo le llevaba frito—.

—Y una ducha decente ¡Apestas negro! —bromee. Vince sonrió, siempre estábamos igual—.

Cuando le tuve a mi alcance, nos ofrecimos la mano en señal de amistad y las entrelazamos con cariño.

—Cuando seas abuelo comerás huevos —replicó con habladurías como solía hacer. Ladee mi comisura, ese día no llegaría para mí—.

—Yo te veo sano —comenté divertido—. ¿Todo bien? —Pregunté en serio. Vince era mi compañero, mi hermano—.

—Todo bien, León —respondió nombrando mi apodo con retintín. Burlarse del personal era su mayor afición y se le daba de puta madre, casi no le hacía falta abrir la boca—.

—¿Sabes dónde está? —Refiriéndome a Chris, el hacker. Otro de mis cachorros—.

Debía localizarle para asegurarme de que Morelli no había intentado joderme, vendiéndome. A mí, o a cualquiera de los míos. Por envidia, venganza, o simplemente por el sucio dinero. En mi mundo, la información se convertía en una lucha de clases. Una peligrosa navaja de doble filo. Sinónimo de poder y responsable de nuestro imperio, pero a la vez, motivo suficiente para que pusieran precio a tu cabeza.

Si teníamos a alguien pisándonos los talones, Chris lo sabría. Es una gran ventaja que todo tenga cables. Gracias a eso, mi utopía en sus manos se convertía en una cruda realidad. Al superdotado le bastaba con un par de clavijas. Era un puto crack.

—Soy la solución a tus problemas blanquito —guaseó—. Sé dónde está tu hombre. Pero no lo negaré, estoy celoso. Pensaba que tendrías más interés por verme —el parlanchín parecía haberme echado de menos—,quizás debería pensarme si desvelarte mis secretos —haciéndose el interesante—.

—Te venderías a la primera furcia barata que te comiera la oreja, Vince —deformando la realidad. Si en alguien podía confiar era en él y en mis cachorros—.

Vince rio con ganas. Sostuve su hombro, a modo de invitación a mi despacho.

—¿Hablamos de negocios? —Teníamos que ponernos al día—.

Y en esas quedamos, hasta que tocaron a la puerta, interrumpiéndonos.

—León —asomándose. Era el encargado de la discoteca. Le hice un gesto y pasó. Vince se recostó en el sillón esperando alguna sorpresita—. Dejaron esta caja, pero nadie sabe de quién es —mostrándola. Le eché una mirada al muchacho, mi despacho no era el cajón de los objetos perdidos. Se puso nervioso y le dio por hablar más rápido—. Una chica dijo que un vigilante de seguridad le había dejado ropa porque se le había roto su vestido, o algo así, y quería devolver lo prestado. —No podía ser verdad., toda esa parafernalia por una chaqueta. No supe qué pensar. Quizás estaba desvariando y se trataba de otra cosa—. ¿Qué hago con esto? —Parecían necesitarme para cualquier tontería—. Está rotando de una mano a otra —insistió.

—Dámela —dije disimulando cualquier expresión en mi rostro—.

Se acercó, la dejó sobre la mesa y se fue, cerrando la puerta al salir.

—¿Alguna admiradora? —Cuestionó curioso, con cierto tono picarón—.

—No tengo tiempo para eso, Vince —respondí despreocupado—.

Su risotada en respuesta, pudo haber atravesado perfectamente unos cuantos kilos de ese hormigón que había entre pared y pared. El celibato no era precisamente mi estilo de vida y él lo sabía.

Después de eso, hablamos largo y tendido durante horas hasta que tuvo que salir, dejaba a su mujer y a su hijo solos, el tiempo justo y necesario. Yo ahora no podía brindarles tanta protección, andábamos distanciados unos de los otros.

Quedé inmerso en eso. «Se cuida de la familia», aferrado en mi primer mandamiento. La conversación con Vince me atrapó en un solo pensamiento. «Ha llegado el momento de reunir a la familia».

Dirigí mi mirada al otro lado de la mesa y me detuve en esa caja. Cuadrada, color tierra y no muy grande. La alcancé, rasqué esa pegatina que llevaba un dibujo de una pluma de pájaro, y la abrí.

Efectivamente.

Mi chaqueta estaba ahí dentro, cubierta por un papel seda blanco. Perfectamente doblada, planchada y hasta perfumada. Me planteé seriamente si era la misma. Parecía recién comprada en alguna boutique. Olía tan bien que se colaba por mi sentido. No pude evitar cogerla y apreciar ese dulce aroma de cerca. La dejé reposar de nuevo en el interior y encontré algo más. Unas hojas secas, una flor lila y una nota.

"El olor del cigarro caldeó el clima.
Gracias por encender la luz del pasillo.

Danielle".

He de reconocer que provocó una sonrisa en mí. Esa nota parecía estar escrita en clave, y a la par invitaba al delirio. Lo más probable era que solo tratara de decirme que apestaba a tabaco.

Igual, estaba disfrutando como un enano de una caja, con una chaqueta que ya era mía antes. Si lo hubiera pensado en alto, hubiese sonado aún más absurdo. Mi mente se vio embocada hasta ese momento, con ella. Aunque no tenía queja de mis conquistas, no estaba acostumbrado a ese tipo de cuidados. En mis romances, si podía llamarlos así, no había tiempo para el romanticismo o cualquier cosa que se le pareciera. Duraban lo que tenían que durar. Y si podía evitar hasta hablar con ellas, mejor. Con esa chica, mentiría si me creyera que no quería volver a verla, pero me conformé con mis delirios.

«Ahora sí, hora de voler a mi guarida», me animé a mí mismo. Cogí las llaves del coche y me llevé la caja conmigo.

Kira Bodeguero

Todo por amor (+18)© ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora