CAPITULO 52

226 40 72
                                    

+18

Por si alguien se había olvidado de que iba esta vaina <3

Voten y comenten si se merece, pero sobre todo, disfruten.

.

Danielle

Hugo acortó cualquier minúsculo espacio que quedara entre los dos antes de seguir hablando.

Tan solo el gesto de dos sencillos pasos hasta curvar su portentosa postura ante mí.

—¿No lo entiendes, verdad?

Cada vez que se acercaba a mí de esa manera algo en mi interior palpitaba mientras el resto de mi ser parecía paralizarse en un gran deseo.

Pegó su frente a la mía y recorrió con su palma desde mi cuello a mi nuca, enredando a su paso mi pelo entre sus dedos.

Sentí mi rostro protegido entre sus manos, y mis ojos se perdieron en un inmenso y casi transparente color gris.

—A mí solo pueden hacerme daño, contigo.

Nuestras miradas quedaron conectadas casi tanto como lo estaban nuestras almas.

—Entonces deberías entender por qué lo hice, Hugo.

En ese preciso momento comprendió que era yo quien había estado protegiéndole, incluso por encima de mí misma. Tal y como pensaba que él había hecho conmigo.

A escasos centímetros de mi piel, no encontró ninguna palabra correcta con la que contestarme, porque no la había, pero tampoco esperó a que se le ocurriera nada originalmente brillante.

Se desprendió de esa carga imaginaria que él mismo se había creado, al menos por unos minutos, y me habló con un desenfrenado beso que se había guardado durante demasiado tiempo.

A veces, hay cosas que no se pueden explicar, simplemente se sienten.

Trasladó de sus labios un perfecto sabor afrodisíaco hasta los míos, inundándolos por un deseo vorazmente frenético, hasta el punto de lograr transformar cada una de mis sensaciones.

Ver.

Oír.

Oler.

Y hasta tocar, ahora eran otra cosa indescriptiblemente pasional.

Esas ganas insaciables por devorarnos provocaron que perdiera todos y cada uno de mis sentidos en él.

Nuestros desesperados pasos caminaron de la mano, uno al lado del otro casi como si fueran un solo par, y llegaron a las colchonetas.

Sus manos perdidas en mi cintura y las mías en su cuello.

Quería olvidar la noción de un principio y fin entre nuestros cuerpos.

El calor de nuestra piel pretendía ser consumida como si nos pudiéramos evaporar de un momento a otro, mientras nuestros labios se alimentaban y descubrían que podían esconderse en los del otro.

Levanté ligeramente su camiseta de deporte y acaricié lentamente sus marcados abdominales hasta su infinidad.

Una contracción terminó por despertar un dulce y gustoso cosquilleo.

Él era mucho más que una gran piedra.

Coló su mano entre la tela de mi falda y tiró de mis bragas, deslizándolas por mis muslos hasta quitármelas.

Todo por amor (+18)© ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora