┊CAPITULO 8┊

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Danielle

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Danielle

Un agradable paseo entre preciosos jardines, de camino a casa. Andaba distraída en mis idas de olla y disfrutando de esos pequeños instantes que te concede la vida muy de vez en cuando. El canturreo de los pájaros me acompañaba y el sol iluminaba mi camino acariciando mi piel a cada paso. Era glorioso. Entre una curva y otra. Choque inesperado, al doblar la esquina.

«Ah», inspiré profundo emitiendo un sonido imperceptible al oído humano.

Mi mecanismo de defensa actuó en un intento por protegerme, subiendo los brazos y cerrando los ojos. Obra de mis reflejos. Los abrí de inmediato y para mi sorpresa sus varoniles manos rodeaban mi cintura, me habían evitado el tropiezo. Pude ver el pantalón de traje cubriendo sus piernas y sus zapatos. «Un hombre de negocios». Rodé mis ojos a lo largo de su voluminoso cuerpo. Una camisa de manga larga ligeramente remangada a la altura de sus antebrazos, dejaba al descubierto parte de sus marcados brazos. Uno de ellos, parecía estar completamente tatuado hasta la muñeca. Levanté la vista del todo, y la profundidad de sus intensos ojos perla centrados en los míos me envolvió. Reparé en esa cicatriz que acababa en su pómulo y dividía una de sus cejas en dos. Su semblante serio me resultaba familiar. Los débiles rizos de su cabello castaño, sus facciones marcadas y esos labios rosaditos. No tenía pruebas, pero tampoco dudas. Era él, el chico que trabajaba en Closer.

—Avísame para traer el escudo en el próximo encuentro —mencionó con un característico tono extranjero y despegando sus manos de mí—.

Sus palabras llegaron directamente a mis oídos y la frecuencia de su voz dieron un vuelco a mis latidos, pero me hice la dura.

—Pensaba que solo los caballeros tenían escudo —alzando una de mis cejas—.

—No me esperaba ese golpe bajo —pude verle esa disimulada sonrisa tan perfecta—. Tú debes de ser Danielle —continuó, con ese tono grave que enmarcaba su pronunciado acento—.

Asentí ligeramente con la cabeza.

—¿Y tú eres?

—Hugo —sus labios a penas se abrieron y arrastraron esas letras como si hiciera demasiado tiempo que no se presentara—. Diría que es un placer, pero eres peor que un auto de choque —me hizo reír como no lo hacía en mucho tiempo—.

—Como decía, todo un caballero... —dije sarcástica, entre risas—.

Él dibujó una sonrisa en su rostro.

—Lo cierto es, que no soy nada cortés, pero tú sí —arqueando una ceja—.

—¿Qué quieres decir?

—Recibí mi chaqueta de vuelta —parecía muy interesado en eso—. Te tomaste demasiadas molestias para devolverla a su propietario.

—Bueno, fue un detalle que me ayudaras sin conocerme de nada. Era lo mínimo que podía hacer. Detalle, con detalle se agradece.

—Ya me habías dado las gracias. No merecía mucho más —aseguró—.

—¿Y por qué no? —Pregunté entrecerrando mis ojos—.

Puso cara de no saber qué responderme a eso y sonreí.

—¿Ibas a alguna parte? Puedo acercarte si tienes prisa.

«Otro». Todos parecían iguales.

—No, o te deberé otro detalle.

Eché a andar, sin más.

—¿Y qué puedo hacer para merecer un paseo contigo? —Siguiéndome con la vista—.

—¡Consígueme la Luna! —Alzando ligeramente la voz, mientras me alejaba. Ni siquiera me giré. No había nada que él pudiera hacer—.

—¿Cómo? —Dudó—.

Me volteé, le miré de nuevo y repetí a voces:

—¡Quiero la Luna! ¡Regálame la Luna! ¡Ponla a mis pies!

Kira Bodeguero

Todo por amor (+18)© ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora