CAPITULO 21

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«Se cuida de la familia».

León

Bajé del coche y mis pies conectaron con el polvo embarrado de esa tierra mugrienta.

Era media tarde, las nubes seguían bajas y muy negras, pero al menos, no llovía.

Me dirigía derecho al almacén para atar algunos cabos sueltos de la noche anterior.

Caminé hacia la puerta trasera, donde me esperaba Vince.

Bajo esa chupa negra que tanto adoraba, al más fiel estilo americano.

Era imposible no verle.

Dos metros de largo y unos cuantos kilos de musculatura apoyados al muro de brazos cruzados, vigilando la entrada.

Escupí mi sonrisa y negué con la cabeza.

— Pareces un viejo mirando una obra —me burlé. La sonrisa de Vince me llamó capullo — ¿No se te ha ocurrido cerrar la puerta? —siempre hacía lo mismo.

— Te has levantado graciosillo, blanquito —despegándose de la pared. — Si no te conociera diría que has tenido una buena noche, pero es raro el día que no mojas, cabrón.

Reí con ganas.

— Envidioso —mascullé, avanzando hacia él.

— Se te ve contento —dijo cuando estuve delante.

Quería detalles que no iba a darle esta vez.

— He dormido bien —para mí esa frase ahora tenía otro significado.

— ¿Tan buena era? —le miré y sellé mis labios — ¿Tanto?

— Ya te he dicho que he dormido bien —no había ido hasta ahí para hablar de lo que solo sabía mi almohada — ¿Hiciste lo que te dije?

— Sí —poniendo sus ojos en blanco — Recogí al niñato —a Héctor — Está en el piso franco, con Franklin —otro de mis cachorros — Y Oliver se ha encargado de tu Pantera.

— ¿Has hablado con él? —me preocupaba ese crío.

Asintió.

— Está hasta el cuello de mierda, Hugo.

— ¿Qué ha hecho esta vez?

— Lo de siempre —mencionó con desgana.

Devolvió su espalda a la pared. Iba a contarme vida y milagros.

— Va a lo fácil —empezó, negando con la cabeza — A esa edad... —tenía diecinueve años — te crees el amo de tu propio mundo imaginario.

Vince parecía estar recordando otros tiempos, que por otra parte, tampoco nos pillaba tan lejos.

— El muchacho apunta maneras... —reconociendo que era bueno en lo suyo —tiene una buena izquierda —terminó de aclarar.

Ya le habíamos visto en vivo, tampoco me estaba desvelando nada nuevo, solo estaba consiguiendo cambiar mis ánimos.

Héctor no sabía moverse por tierras pantanosas.

Sus arranques de ira le nublaban y eso se repetía con demasiada frecuencia.

Con pegarle bien al saco no era suficiente.

— Apuesta mucho dinero por sí mismo porque sabe que ganará la pelea, Hugo.

Vince me lo contaba melancólico como si fuera la primera vez.

Héctor no cambiaba.

Ya le había aconsejado sobre eso.

Todo por amor (+18)© ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora