«El amor anula la inteligencia.
¿Acaso los sentimientos
nos hacen débiles y vulnerables?
¿O todo lo contrario,
nos hace fuertes? »León
La noche caía.
Un cielo totalmente negro comenzaba a dibujarse, la Luna no aparecía por ninguna parte.
Solo.
Apoyado en el portón del edificio en el que estaba viviendo y dando un par de caladas al asqueroso cigarrillo.
Reventar a todos esos cretinos era el único pensamiento que rondaba por mi cabeza en ese preciso momento.
Un herido de los míos no quedaría así.
Encontraría a quien quedara vivo en esa banda, si es que quedaba alguno.
Malditos bastardos —empujando la colilla con mis dedos, la lancé al suelo.
Abrí la puerta con un humor de perros y entré en el edificio.
Empecé a subir los peldaños, inmerso en ese último pensamiento.
Bastardi del cazzo!
Cuando escuché un estallido que me despertó a la fuerza del mal genio que llevaba.
Levanté la cabeza hacia la dirección donde procedía.
El ruido venía de mi rellano.
Aligeré el paso, saqué la corta de mi sobaquera mientras ascendía y sostuve la pistola con la derecha, continuando la marcha con la pipa baja.
Apunté antes de llegar al último tramo de la escalera, y señalé a quien me encontré delante de la puerta de mi piso.
Me daba la espalda, atando algo alrededor del pomo de mi puerta entre quejas.
— Mierda...Ya casi lo tenía —le oí decir bajito — No, no y no. —Refunfuñó, dando ligeros pisotones con sus pies contra el suelo. Hablaba para sí. —¡Muy mal! —de forma pausada. —No tenías que explotarte. —riñiéndole a un globo de helio — Este no era el plan.
No pude evitar reír en silencio.
— ¿Dani? —le llamé, guardándome el arma.
— ¡Ay! —dando un pequeño salto y dirigiendo una mano a su pecho.
La otra la tenía ocupada sujetando algo que no pude ver.
Ladeó levemente su cabeza.
— Joder, que susto, Hugo —mirándome de reojo.
Reí tanto que me dolió la garganta.
Se dio la vuelta, y vi esa sonrisa reluciente.
— Te parece divertido, ¿eh? —simulando estar ofendida, pero no le salía.
Lo negué, con media sonrisa que no podía hacer desaparecer de mi rostro.
— ¿Se puede saber qué estás haciendo? —estaba intrigado.
Le había pillado con las manos en la masa, terminando de anudar unos cuantos globos alrededor del pomo de mi puerta.
Cuatro dorados, uno de ellos roto. Otros dos, eran números.
Juntos formaban el veintiocho.— ¿A ti qué te parece? —poniendo su mano en jarra.
— ¿Cómo lo has sabido? —era mi cumpleaños.
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Todo por amor (+18)© ✔️
RomanceNo esperes la típica historia romántica, tampoco un cliché de mafia. Lee el prólogo, si no te gusta deja de leer ❤️ ▪️BOOKTRAILER disponible en Instagram, puedes encontrarme como @KiraBodeguero. 🏆Ganadora en la categoría mafia/policiaca de los #Red...