CAPITULO 58

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León

Un año y medio después

Mi presencia por Closer se había visto drásticamente afectada, iba únicamente cuando era necesario.

Las cosas habían cambiado mucho este último año, mucho más de lo que cualquiera de nosotros se podría haber imaginado, sobre todo yo.

Supongo que nunca te acostumbras a que la vida se tuerza.

Digamos que había tomado la decisión de "desconectar" para no terminar de hundirme en la mierda, si es que eso era posible en el mundo en el que nos movíamos.

Los oídos de mis cachorros estaban por casi todas partes desde la última encrucijada, y los ojos de Chris estaban alerta controlando todo aquello que pretendieran obtener de nosotros.

Saber que alguien estaba ansioso por conocer mi paradero no había sido una tarea complicada de averiguar, y yo nunca había sido de los que se escondían.

En esta ocasión solo había ido hasta allí para cerciorarme de que ese disparate era cierto, y allí pudimos confirmar las sospechas.

Alguien intentaba llegar a mí, aunque no me preocupó, tampoco me importó el por qué.

Ese tipo era torpe, demasiado.

Se había dedicado a preguntar por mí en persona hasta llegar a la antigua casa de Vince, la que aún conservaba de sus padres adoptivos.

Hacía demasiado de eso.

Por mucho que estuviera recabando sobre mi pasado, poco avispado y lento era todo cuanto me pareció ese ser.

Dudo sobre el tiempo que pasé en la sala, no me centraba en nada, cada vez que cambiaba de aires la echaba tanto de menos que no veía la hora de llegar a casa.

Me preocupaba que no terminara de recuperarse, si es que eso era posible algún día.

Y a decir verdad, aunque intentara parecer intacto, ese último mes yo tampoco dejaba de pensar en lo mismo.

Volvía atrás en el tiempo continuamente sin darme cuenta y sin poder controlarlo, como si dejara de estar presente en el hoy.

Alguna parte de mí me gritaba que le hubiera gustado quedarme a vivir en ese momento.

Una proyección de mí llegaba a la cabaña, cruzaba el vestíbulo y avanzaba directo a nuestra habitación hasta ver a Dani apoyada en el marco de la puerta, mirando el interior.

Una sonrisa se escapaba de entre mis labios, realmente era incapaz de contenerla.

Acercarme y abrazarla desde su espalda, era una parada obligada para cada parte de mí.

Besé su cuello y dejé descansar mis labios en su clavícula, mientras deslizaba mi mano por su brazo hasta entrelazar mis dedos con los suyos.

Nuestras alianzas chocaron.

­—¿Estás bien? —le susurré.

Llevaba días muy rara, durmiéndose por los rincones.

Ella asintió, sin dejar de prestar atención al cuarto como si intentara remodelarlo con la mente.

Sonreí.

—Quizás sea suficiente con añadir algún mueble.

—¿Cómo dices? —girándose.

Conectó su especial color verdoso en mi persona, y arrugó el ceño prácticamente al mismo tiempo.

Ella podía hablarme con la mirada.

—Ya sabes... Una cuna, un cambiador, esas cosas.

Dani sonrió hasta con los ojos.

Cualquiera hubiera captado esa abstracta felicidad capaz de engullirte.

Acababa de responderme a algo que estaba deseando y reí recordando la palabras de Vince.

Le encantará saberlo.

Me faltaba poco para tragarme mis propias palabras.

Danielle volvió a mirar dentro y retomó la conversación.

—¿Crees que con eso será suficiente? —me preguntó acomodando su espalda en mi pecho, y dejándose atrapar de nuevo por mis brazos.

Desde ahí, reposé mis labios en el alto de su cabeza, la besé y asentí.

Pasaron unos meses más, y fue la vida quién nos respondió a los dos a esa última pregunta porque nada de lo que pudiéramos hacer nosotros iba a serlo.

El parto del pequeño se adelantó, quisimos pensar que el enano tendría ganas de estar con nosotros, pero supongo que de cierta forma la vida intentó hablarnos.

Las complicaciones llegaron solo unas horas más tarde.

Dani dio a luz a la semana veintiocho a Darío.

Pero ahí terminó la parte bonita.

Kilo y medio fue prácticamente lo único que nos dijeron antes de que se lo llevaran a toda prisa de paritorio.

Casi no tuvimos tiempo ni a verle.

Algo no salió tal y como esperábamos, o más bien nada.

Salí de ahí no sé ni con qué fuerzas y sin saber qué clase de noticia dar.

A Vince y a Mike, fueron a los primeros que vi tras esas puertas.

Confié en que mis piernas sostuvieran mi peso, pero no fue así.

Mike se portó mucho mejor que como el padre de Dani y Vince se echó las manos a la cabeza.

Ni siquiera llegaron a preguntarme nada, mi cara podía decirlo casi todo.

Dani y yo pasamos dos largos meses en el hospital, destrozándonos en pequeños cachos cada vez que mirábamos hacia esa incubadora repleta de cables y haciéndonos preguntas a las que no encontrábamos respuesta.

No sabíamos que nos veríamos obligados a hacer una de las cosas más difíciles que puede hacer un padre, despedirse de su hijo.

Así volví a verme en el mismo lugar, rodeado de tumbas, pero esta vez con un epitafio muy diferente:

"Como una hermosa estrella fugaz, así pasaste por nuestras vidas, cambiando la luz del resto de nuestros días".


Tom apareció en Closer, calentándome la cabeza de nuevo.

Llevaba días insistiéndome en ir a ver a alguien, un amigo suyo.

Aún me sentía abatido, sin ninguna fortaleza por seguir adelante, y Dani no estaba mucho mejor.

No era el momento, seguí junto a esa lápida.

El resto me importaba más bien nada.

Supongo que no todos los finales acaban como esperamos, o quién sabe, quizás este fuera solo el principio, aunque yo hubiera dado la vida para que fuera diferente.

Todo por amor

FIN

@KiraBodeguero

Wow! ¿Y ustedes que dicen, es el final?

¿Les gustaría saber más?

Digánme si quieren que la continúe con una segunda parte o prefieren otra historia.

Muchas, muchas gracias por llegar hasta aquí.

Nos leemos pronto ❤️

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