Primera parte
Danielle
- Está cerrado —Julliam me habló como si no fuera capaz de darme cuenta por mí misma y sin quitarme el ojo de encima, pendiente de absolutamente todo lo que hacía.
Me contemplaba con esa mirada oscura y una sonrisa siniestra por el retrovisor interno del coche, blindado y sin movimiento, en el que estábamos los dos metidos.
Había aparcado en una cuesta frente a la comisaria.
No tenía ni la menor idea de que hacíamos allí.
Era bastante improbable que mi padre le impusiera semejante estupidez.
Julliam de piloto y yo atrás, retenida a la fuerza. Atrapada como un trasto que le estorbara.
Pero yo no era una muñeca sin vida. Le daba fuertes tirones a la manija para abrir una de las puertas traseras y la golpeaba con saña.
Por muy grande que fuera mi repulsa. Era inútil. El muy lerdo no me dejaba marchar.
- Pues abre.
No había nacido para ser la prisionera de nadie y este parecía estar viviendo en otro universo que distaba a años luz, muy propio de épocas pasadas.
El homo australopitecos tenía el seguro echado para no dejarme ir y parecía convencido de que con eso sería suficiente.
Su exceso de estima hacia sí mismo le prohibió contestarme.
Enfurecida. Levanté mi culo del asiento y me lancé por el hueco entre los respaldos delanteros.
Conseguí atrapar la manivela del copiloto y entreabrir la puerta.
- ¡Julliam! —exigiendo que me soltara. Me había atrapado al vuelo por una cacha - Nadie te ha invitado —a tocarme. Le dirigí una mirada rápida que lo decía todo y se comió un par de cachetadas sobre su hombro, con la palma abierta para que dejara dormitando esos impulsos tan extraños. A él no le sentó nada bien - No, no, no —lidiando con él para que dejara de manosearme.
El cromañón deslizó mi cuerpo hacia el costado y me dio media vuelta.
Quedé como una cucarrana, panza arriba.
Colocada de mala manera sobre el asiento del copiloto, con las rodillas sobre mi abdomen.
Y cerró la puerta.
- Quédate quieta —inclinado ligeramente sobre mí y apuntándome con el dedo, con esa voz cavernosa capaz de ponerte el vello de punta.
- Aparta —empujándole.
Detenerlo era un privilegio que solo a mí me concedía, muy de vez en cuando.
Me recoloqué bien sentadita en el asiento del acompañante y se quedó conforme.
Julliam se había convertido en una mala sombra de mi reflejo.
Tenía entendido que mi padre y él trabajaban juntos, pero la única tarea de esta marioneta era controlarme.
Manipulaba a mi padre como quería.
Esperando ahí, vigilaría sus entradas y salidas.
Sin darme por vencida, levanté el freno de mano y la inercia hizo su trabajo.
El coche fue marcha atrás.
Por desgracia, el malnacido era demasiado hábil.
Si las miradas mataran la suya acababa de asesinarme.
- Llevamos horas aquí, Julliam. Podría deshidratarme aquí dentro —buscaba alguna excusa que le valiera. Persuadirle no estaba al alcance de nadie. Me lanzó un botellín de agua a la cara - ¿De qué vas? —reproché. Su forma de comportarse se me enquistaba en las tripas.
Me devolvió la misma turbia mirada de siempre, como réplica.
Lograr empatizar con un ser vivo era un idioma que no dominaba.
Él solo percibía una realidad, la suya.
Llevó sus manos a la nuca a la desesperada y bajó del coche dando un sonado portazo.
Solo le complicaba las cosas pero lo que realmente le enfurecía era que yo no quisiera estar con él. No cabía en su caja.
- ¡Baja! —leí sus labios desde el interior del auto pero no escuché nada. Malhumorado, se acercó hasta mi puerta y la abrió - ¡Qué bajes!
La contención nunca fue su fuerte y conmigo al lado casi nada salía como él pretendía.
- No —impasible. Que le ignorara le sacaba de quicio pero no iba a ofrecerme a ninguna dictadura.
- ¿QUIERES QUE PIERDA LOS PAPELES? —demostrando una vez más su pésima actitud.
Alguna parte de su interior narcisista necesitaba que yo quisiera estar cerca de él, centrado en sus propios deseos.
Para no notar esa sensación de peligro con tan solo una de sus perturbadoras miradas debías estar muerto.
Sin otra escapatoria. Esperé a que se calmara.
Se le escapó un intenso resoplo de su pecho y le pegó un batacazo al coche, moviéndolo conmigo aún dentro.
- Vamos a tomar algo, baja —forzando su fingida amabilidad para conseguir mi aprobación. O mejor dicho, lo que él quería: "una escenita romántica" .
Julliam vagaba en un continuo vaivén que me colocaba en una arriesgada posición.
Buscaba la forma imposible de que le viera como al hombre de mis sueños.
Concepto incompatible con su persona.
Bajé del coche y cerró la puerta.
- Te quiero mucho.
Él creía que me agradaba, colocándome en su pedestal de pino y cenizas como si yo fuera alguna especie de estatua a quien rendir culto.
No se me podía tocar, pero él podía hacer lo que le diera la gana conmigo.
De alguna manera, me había elegido para apaciguar sus arrebatos de ira aunque alguna parte de mí sabía que eso no duraría para siempre.
No conocer el significado de la palabra "compasión" solo tenía un nombre.
CONTINUARÁ...
@KiraBodeguero
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Todo por amor (+18)© ✔️
RomantizmNo esperes la típica historia romántica, tampoco un cliché de mafia. Lee el prólogo, si no te gusta deja de leer ❤️ ▪️BOOKTRAILER disponible en Instagram, puedes encontrarme como @KiraBodeguero. 🏆Ganadora en la categoría mafia/policiaca de los #Red...