┊CAPITULO 9┊

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León

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León

El difuminado fondo de un atardecer totalmente despejado, pero aún no lo suficiente opaco, se dibujaba sobre el parabrisas de mi coche.

A buen ritmo. Las ruedas rodaban ágiles sobre el pavimento. Iba conectado al volante por un solo brazo y con el cuerpo en reposo, dejándome llevar por el nacimiento de esa vía donde terminaría mi carrera.

Danielle había tenido una forma muy peculiar y educada de decirme que me fuera al diablo, pero a mí me gustó el reto. «Creo que eso puedo hacerlo». Estaba decidido a poner la Luna bajo los pies de esa belleza. «Menuda estupidez». Un sinsentido romántico que justifiqué, empecinado por saber por qué ella había llegado hasta mí.

Cerca de una de las plazas de la ciudad, Danielle salía de la biblioteca situada al final de esa misma calle donde yo me encontraba. Me fijé en ella y mi visual no alcanzó a ver más allá. Avancé por la alargada carretera con su imagen clavada en mi retina y entretenido en esa forma de caminar que resaltaba su alto atractivo. Danielle estaba a punto de cruzar por el paso de cebra, y yo había decidido cometer la mayor insensatez que había cometido nunca. Todo por acercarme a una chica. «Qué disparate». Giré el volante y paré mi coche en seco. A medio metro de ella, y obstaculizando su paso.

—¿Pero qué? —Le escuché quejarse. No sospechó que fuera yo, los cristales tintados le impedían verme. Imagino que pensaría algún improperio pero no dijo nada más—.

Bajé la ventanilla del copiloto, dejándome ver.

—¿Sigues queriendo la Luna? —Sin tapujos. A mí me pareció una chorrada, pero por su cara supe que acerté con el comentario. Arrugó el morro encerrando su sonrisa, sin embargo, se le acabó escapando—. Si la quieres vas a tener que acompañarme —invitándola a subir al coche con un gesto—.

Me echó esa típica mirada de chiquilla que trama algún estropicio. Se acercó y apoyó sus brazos en el hueco de la ventanilla.

—¿Qué haces aquí? —Con esa sonrisa inigualable. Parecía contenta por verme—.

Ni yo mismo sabía qué era lo que estaba haciendo. Julliam era tan solo mi propia excusa. No me preocupaba en absoluto, pero ella me gustaba fuera de los límites de la comprensión de nadie.

—Hablar con una mujer hermosa —comenté sin reparo lo primero que se me pasó por la cabeza. No entendía qué tanto me atraía a ella, pero me encantaba esa sensación—.

Nuestras miradas quedaron atrapadas, fijándonos el uno en el otro. Había quedado dominado por su sonrisa aniñada, pero desperté rápidamente de mi embolia. Tiré de la manivela desde dentro para abrir la puerta y Danielle la empujó en contra, cerrándola de golpe.

—Deja la puerta como está —poniéndome las cosas difíciles. Danielle rompía con todo lo que estaba acostumbrado—. Esto no funciona así —con esa cara de buena y su carácter de impacto—.

Todo por amor (+18)© ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora