Segunda parte
Danielle
Recorrimos un par de calles abajo hasta llegar a una pequeñita cafetería vintage.
En el interior, una barra coqueta en tonos madera natural y una vitrina con bollería de todo tipo.
Todo el café estaba decorado en tonalidades blancas y verdes, muy bonitas.
- Quédate aquí —medio me pidió Julliam, en la terraza del bar.
En realidad, me lo estaba imponiendo con tan solo un susurro.
Únicamente pude ver el interior desde ahí.
Eligió su mesa redonda preferida, como si no fueran todas iguales, y retiró las sillas que le sobraba, para que solo quedaran dos acompañando a la mesita.
Solos, él y yo.
Arrastró mi silla ofreciéndome asiento en una desagradable galantería.
A veces, en ciertos momentos, sobre todo si eran lugares concurridos, imitaba a otro tipo de persona, pero ni forzándose le salía ser educado.
Él llegaba a creérselo en su cosmos de color.
Le miré como si estuviera siendo testigo de una alucinación y me senté.
Él se marchó a pedir sin tan siquiera preguntarme qué era lo que quería, como el amo todo poderoso que era.
- Un capuchino, Julliam —subiendo un poco la voz para que me oyera.
Él avanzó tan fresco, haciendo de oídos sordos. Me traería lo que le diera la gana.
Disimulando esperarle. Cogí la carta plastificada que había sobre la mesa y me entretuve "leyéndola" mientras jugueteaba con el servilletero, dándole vueltas.
Eché un vistazo a Julliam, reflexionando minuciosamente sobre si era buena idea aprovechar para irme.
Fue cuando caí en por qué había elegido precisamente esa mesa.
Me examinaba como un guarda, comprobando que seguía ahí constantemente.
¡Mierda! —atada en corto, no tenía escapatoria factible.
Ser poli le daba demasiadas ventajas y ni siquiera le hacía falta estar de servicio.
Si se daba cuenta del más mínimo movimiento me engrilletaría a él o a saber qué otra cosa peor.
Fuera legal o no.
Acepté mi resignación, por esta vez.
Julliam regresó, dejando dos capuchinos en unas preciosas tazas blancas.
¡Qué maravilloso aroma!
La leche montada casi revosaba de la cerámica, dando cremosidad y una textura extraordinaria a esa especialidad italiana.
Recordaba a invierno.
Pude olfatear el cacao en polvo, que había por encima.
¡Una delicia!
Quedé extrañada por el gesto. Difícil de creer pero cierto.
Me había traído lo que le pedí sin ninguna oposición y hasta me había invitado.
O quizás, él quisiera justo eso. Nunca lo sabré.
Mientras yo disfrutaba de esa delicatesen tan de andar por casa, Julliam se quedó en pie varios minutos.
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Todo por amor (+18)© ✔️
RomansaNo esperes la típica historia romántica, tampoco un cliché de mafia. Lee el prólogo, si no te gusta deja de leer ❤️ ▪️BOOKTRAILER disponible en Instagram, puedes encontrarme como @KiraBodeguero. 🏆Ganadora en la categoría mafia/policiaca de los #Red...