Todo por amor (+18)© ✔️

CAPITULO 27

«Solo te ves bueno
porque hay otros peores».

León

En cuestión de segundos, me vi rodeado por una batería de agentes de la penalidad muy bien uniformados.

Repasé taimado la forma de sus rostros, ocultos bajo ese estúpido disfraz militarizado y los conté.

Seis.

Mis ojos rodaron hacia un pequeño hueco vacío, me parecían pocos.

Merezco mucho más, que seis intentos fallidos de medio hombres.

Ni si quiera se atrevían a desvelar su identidad por si retomaba represarías.

Iban bien dispuestos, apuntándome con sus armas por todos los frentes, pero una vez ahí, había que tenerlos cuadrados.

Un séptimo caballero de la vieja escuela, se acercó, deteniéndose frente a mí.

Qué osado —pensé, esbozando una sonrisa granuja.

Esa desagradable e inconfundible forma de moverse, como si todo ser viviente estuviera bajo sus órdenes, me hacia gracia.

Estaba deseoso por castigarme pero también me temía, conocía sus peores secretos.

Él prefería llamar a su temor, riesgo de fuga.

— Larry... Cooper, comandante jefe —no podía ser ningún otro.

Éramos viejos conocidos.

Se detuvo ante mí con una postura altiva.

Un tipo de unos cincuenta y pocos.

Medio grande, con más cuerpo que conciencia.

Amigo de Evans, y miembro de una banda que tenía placa.

Eso significa que conseguía atraparte estabas bien jodido, pero ese idiota sabía que era yo quien le tenía bien agarrado por los cataplines.

— Volvemos a vernos —pronunció con una sonrisa pronunciada.

Metro ochenta de mucha estúpidez y una cara demacrada, era todo cuanto yo veía.

— Sí, menuda sorpresa... —mencioné rodando los ojos — El puto pañuelo llamado mundo donde tú no tendrías que existir —dejé que salieran mis pensamientos por mi boca por no escupirle otra cosa.

Su efímero gesto le delató. No le sentó del todo bien.

Haciendo gallardía de su poder, mandó a sus secuaces proceder a la rutina.

Un movimiento de dedos y se inició la inspección, sin más.

La comisura de mis labios se curvó.

Nunca dejarás de ser un segundón, Larry.

Sabía perfectamente qué era lo que estaba buscando.

Nunca atraparás a mis cachorros, cretino.

Para él era lo más parecido a buscar una aguja en un pajar, algo imposible.

— ¡Al suelo! —se escuchó gritar a unos valientes.